Ananda Aharashmi lleva trece años bailando danza oriental. Esta chica de 26 años reconce que siempre le ha gustado la danza ya que, desde pequeña, ha hecho ballet y claqué. Su bailarina preferida siempre ha sido Nur Banu y, a raíz de ver muchos espectáculos de ella, decidió dedicarse al mundo de los bailes orientales profesionalmente. «Cuando tenía esa edad decidí que quería ser como las bailarinas orientales. Quería vestirme con esos trajes de princesa», afirma la chica. Sus movimientos en el escenario hacen pensar a más de una persona que tiene antecedentes árabes pero no es así porque ella es ibicenca. Su madre es ucraniana, nacida en Argentina, y su padre es español, nacido en Àfrica.
Los inicios para ella fueron un tanto complicados pues asegura que aprender esos movimientos es bastante dificil. «Se necesita mucha coordinación y una excelente forma física pero sobre todo la coordinación para conseguir mover diferentes partes del cuerpo en total armonía», cuenta Ananda. Por ello, desde que comenzó a bailar entrena alrededor de una hora y media diaria aunque también depende del número de actuaciones. Por ejemplo, si en una semana tiene bastantes actuaciones programadas no entrena en exceso ya que se mantiene en forma con los espectáculos realizados. Sin embargo, si en una determinada semana no tiene muchas actuaciones se dedica a entrenar más para no perder la forma física. Al principio Ananda bailaba en hoteles y restaurantes. Con el paso de los años ha subido a la elite de las bailarinas de danza oriental de Eivissa. Hace tres años se marchó a vivir a Suecia, lugar donde imparte clases desde los 19 años aunque empezó con sus lecciones en Eivissa. «Mis alumnas dicen que soy muy severa pero luego agradecen la disciplina porque cuando se marchan me echan de menos», cuenta Ananda. Cuando llegó a Suecia tuvo que empezar desde cero. En ese país volvió a bailar en restaurantes y hoteles aunque transcurrido un mes se decantó por dedicarse a trabajos más profesionales como los que realizaba, y continúa haciendo, en Eivissa, como por ejemplo, bailar en fiestas privadas. «He bailado para gente muy importante y famosa no tan sólo de Eivissa sino también del resto de España», resalta Ananda.
La danza oriental para Ananda es mucho más que mover el cuerpo con sensuales coreografías, según cuenta, es un baile que sirve para transmitir. «Me gusta transmitir alegría, energía y amor a la gente que mira como bailo», afirma la bailarina. Lo mejor de su profesión, según explica la bailarina, es la excelente forma física que se consigue y que se mantiene bailando danzas orientales. «Con estos bailes moldeas tu cuerpo, consigues unas formas muy definidas», señala Ananda. Asimismo resalta que le satisface plenamente dar clases. Aunque, sin duda alguna, lo que más le gusta es subirse al escenario ya que le encanta actuar y percibir las sensaciones del público. Lo que peor lleva de este trabajo es soportar los celos y envidias de la gente ya que, según explica, es una persona muy senbible y esas cosas le afectan.
María José Real