P antalones vaqueros, niqui de manga larga y mochila al hombro. Una chica más de las muchas que a su edad pasean por las calles de la ciudad a la vuelta del colegio. Pero Martina es especial. Se trata nada menos que de la ganadora del concurso Veo-Veo, en el que han participado durante las últimas semanas cientos de jóvenes talentos de Baleares. Ella es la mejor. Así al menos lo decidió el jurado de la final del concurso llevado a cabo en Palma de Mallorca el sábado pasado, eligiéndola como la más destacada de los doce participantes que tomaron parte en la gala retransmitida por IB3: «No me lo esperaba para nada. Me presenté porque vi el póster en las calles y tenía una pieza preparada. Fui a ver qué pasaba. Me llamaron para ir a la semifinal y eso ya me sorprendió. Pero mi sorpresa fue más grande todavía cuando me seleccionaron para la final», relata. Esta pequeña pianista superdotada asegura que cuando los reunieron sobre el escenario y fueron diciendo los nombres de sus favoritos, creyó que se quedaría fuera de los premios. Nada más lejos. Cuando oyó a Teresa Rabal decir su nombre le pareció estar soñando: «Intrepreté la pieza y me salió bastante bien, aunque me equivoqué una vez. Cuando terminé, me dije a mí misma que lo había hecho lo mejor que había podido. Pero ganar el premio no me lo esperaba , ni tampoco mi madre, que estaba conmigo en la gala y no sabía qué decirme cuando nos encontramos», recuerda.
Martina Lenton nació en Alemania, pero a los cuatro años se trasladó a Eivissa. Es música prácticamente desde que nació por influencia de su familia. Su padre, Gregory, es pianista. Àngela, su madre, es cantante. A los cuatro años ya empezó a hacer sus primeros pinitos con instrumentos musicales. Guitarra y violín son algunos de los que ha tocado, aunque finalmente se decidió por el piano. Estudia 4º de ESO, y de momento no cursa estudios de música en ningún centro oficial: «Creo que mi padre me puede llevar muy lejos, aunque no descarto en el futuro asistir al conservatorio», dice. Y es que sus progenitores son los dueños de la academia Clave de Sol, en Eivissa, aunque ella prefiere ensayar en su casa. Una media de dos horas diarias, a veces hasta cuatro. Cifra nada despreciable si tenemos en cuenta que se trata de una adolescente que ha de compaginar estudios y miles de cosas que hacer con sus amigos.
Sus compañeros de clase se tiraron encima de ella para felicitarle cuando la vieron llegar el lunes al instituto. Muchos de ellos habían seguido la gala por televisión. Otros se enteraron por la prensa.
No era la primera vez que Martina interpretaba ante un numeroso público: «He tocado en los auditorios de Cas Serres y Can Ventosa, y he participado en algunos concursos en Segovia, Valencia y Mallorca», enumera. Algo que le ha servido para coger ciertas tablas a la hora de dar conciertos.Su próxima cita está a la vuelta de la esquina. Será el 11 de noviembre en Murcia, donde tendrá la ocasión de volver a demostrar su pericia a la hora de tocar una conocida pieza de Schubert. Esta vez en la final nacional, ante los mejores de cada comunidad autónoma. Si todo va bien y mantiene el nivel exhibido en la final autonómica, tendrá serias posibilidades de hacerse con la victoria absoluta y aumentar así la beca de 1.200 euros que consiguió el sábado: «Algo que me parece que está muy bien porque inducen a seguir estudiando. La idea de hacer que el premio sea para los estudios del alumno me gusta mucho», resume.
Además, podrá añadir a su currículo otro premio al obtenido en el concurso de Jóvenes Talentos Musicales de Sóller 2003. Si no, será una magnífica oportunidad de repetir una experiencia que recordará durante toda su vida.
Iván Muñoz