Dicen que Picasso dibujaba en servilletas como pago en los restaurantes que frecuentaba y ahora esas piezas están consideradas como grandes obras de arte. Algo parecido se ha hecho aquí en Eivissa durante años. Reconocidos pintores ibicencos, como Antoni Marí Ribas 'Portmany', Vicent Ferrer Guasch, Vicent Calbet, Adrián Rosa o Andrés Monreal han pagado sus cuentas en los restaurantes con sus cuadros, la mayoría de las veces a petición de los propios dueños de los locales. Es el caso de Margarita Ribas, que durante 46 años se dedicó a la hostelería y que probablemente fue la primera que se interesó por intercambiar comida por arte. Cuando en el año 67 compró el restaurante Sa Punta de Santa Eulària ya le interesaba mucho el mundo de la pintura hasta tal punto que se reconoce como «galerista frustrada». Por eso, un día, cuando vino a comer Vicent Ferrer Guasch, éste le propuso que adquiriese un cuadro suyo, porque «Ferrer Guasch, además de ser buen pintor, es buen marchante». Ella le respondió que no tenía dinero, que lo único que podía hacer a cambio era darle de comer. Y aceptó. Así fue como comenzó una relación que luego repetiría con otros artistas. Por ejemplo con Adrián Rosa o Xicu Prats, ahora fallecido. Éste último, cuando Margarita le propuso el trato, respondió: «Tengo entendido que lo hacía Picasso, así que también lo puedo hacer yo». Margarita se confiesa una apasionada de la pintura y dice que tiene más de 200 cuadros en su casa, entre los que se cuentan también algunos de Antoni Pomar o de Boberman.
Algo distinta es la historia del Bar Costa de Santa Gertrudis, famoso por sus bocatas, en el que hay cerca de 170 obras de arte entre cuadros y esculturas. Todo comenzó de forma casual, en los años 70, cuando su propietario, Vicent Roig, arrendó el local a un francés que encargó un fresco en una de las paredes al pintor chileno Andrés Monreal. Al francés el bar no le funcionó y comenzó a llevarlo Vicent, cuando recibió una propuesta del mismo artista para pintarle otro mural. A lo que el empresario le contestó que no le pagaría nada, que en todo caso le hiciese un cuadro para poder venderlo. Así quedaron y, como pago, durante un mes él y una mujer podrían comer gratuitamente en el bar. «A mí entonces no me interesaba que me pagaran con cuadros, prefería el dinero, pero con el tiempo me fue gustando». Y es que muchos han sido los artistas que se han acercado a su negocio para vender. Ahora, entre su casa y el bar, tiene unos 330 cuadros. Otro de los pintores con los que intercambiaba obras por cenas era Vicent Calbet. «Era un artista muy cumplidor», recuerda el dueño.
Calbet era también un habitual del restaurante Can Alfredo. Allí, con motivo de la inauguración de sus exposiciones, solía invitar a unas 50 personas. 20 más se apuntaban. «Y como era muy buena persona no decía que no», explica el dueño del local, Joan Riera. Por eso llegaron al trato de pagar con algún cuadro que otro. «A mí siempre me ha interesado el arte y tengo obras de muchos artistas ibicencos», explica Joan, que también ha hecho estos tratos con pintores foráneos. P. Tur /C.Roig