Cada vez más la solidaridad se abre paso en pequeños grupos pero con conciencias grandes que enfocan sus energías a ayudar a los otros, por muy lejos que se encuentren. Éste también es el caso del gimnasio Budoka, que desde hace tres años propone iniciativas solidarias para un centenar de niños huérfanos de un pueblo de Nepal llamado Louruc.
Entre las distintas propuestas que los siete profesores del gimnasio llevan a cabo, ayer comenzaron las jornadas de gimnasia al aire libre, que se repetirán cada sábado, de 10,30 a 11,30 horas en el parque Reina Sofía. Se trata de clases múltiples de Kung-Fu, Tai-chi, Kick-Boxing, Kendo-Iaido, Hip-Hop, Capoeira y Pilates que la gente puede practicar gratuitamente y que cuentan con una hucha para recoger donaciones y con el patrocinio del Ayuntamiento de Eivissa. «Con el dinero que recogemos hacemos una expedición anual en la que va también uno de los profesores y les enseña una actividad extraescolar como, por ejemplo, este año será el Kung-Fu. Porque en principio es una práctica a la que nunca tendrían acceso y también la ilusión de hacer algo que para ellos es inaudito», explicó Joan Roig, profesor de Kick-Boxing.
Los niños que reciben esta ayuda tienen entre 7 y 14 años, y según Roig, aunque tienen el problema del sustento casi solucionado, es decir, no están desnutridos ni sufren hambre como ocurre en otras partes del mundo, en todo lo referente a las medicinas y al material educativo sí tienen muchas carencias. Un ejemplo de ello es la anécdota que contó Roig de la expedición que le tocó compartir con la ONG creada el año pasado a propósito de este proyecto solidario: «Cuando estaba a punto de viajar, el médico me regaló una bolsa de medicinas para que llevara, por si acaso, y la verdad es que no las necesité. Pues bien, esa bolsa se transformó en el dispensario del colegio», explicó. Lo mismo ocurrió con una promoción de lápices y sacapuntas que ofrecía el Ayuntamiento para los inmigrantes. «Es algo que aquí se desprecia, pero que para ellos tiene un valor incalculable. Imaginen, tienen una sola goma de borrar para todos atada junto a la pizarra, y se levantan cada vez que tienen que utilizarla», comentó el profesor. La ayuda que lleva a cabo cada año la expedición consiste en ir allí y ver las carencias que tienen, porque según Roig, es la única forma que tiene la ONG para comprobar que la ayuda llega a buen puerto.
Este año, los pequeños nepalíes aprenderán Kung-Fu, a la vez que los ibicencos colaboran haciendo deporte. Luciana Aversa