Lejos de ser una moda pasajera son numerosas las personas que deciden no comer carne, ya sea por principios o por otras cuestiones, como por ejemplo las condiciones en las que viven los animales durante su corta vida antes de ir al matadero. Los vegetarianos en su mayoría son ninguneadas por su entorno social. Cuando deciden a ir a cenar en una reunión de cualquier tipo, lo más habitual, en nuestro país, es que se encuentren con pocas opciones a la hora de llevarse algo a la boca. Y esto, en mi opinión, no es lo más grave. Debemos tener claro que vivimos en un país que presume de la gran variedad que tiene la dieta mediterránea, en la que la ensalada aliñada con aceite de oliva se acompaña casi siempre con un buen filete de ternera. O el guiso que se precie que debe tener como mínimo un buen pedazo de chorizo. Pero y ¿para aquellos que no desean alimentarse de otros animales? Éstos, ya sean vegetarianos, veganos o lactoovovegeterianos, ya que hay diferentes tipos de vegetarianismo, deben buscar alternativas cuando deciden comer fuera de casa. Actualmente debido a la proliferación de restaurantes de comidas de otros lugares del mundo, tenemos alguna opción. Lo que sí es grave y sumamente molesto es que te pregunten ¿y tú qué comes? Y algunos se atreven a decir «qué pasa ¿que las lechugas nos sufren?», ésta sin duda alguna es mi frase favorita y creo que encierra una gran sabiduría. Aún no existe el ser humano capaz de alimentarse de seres inertes, sin duda todo un reto para la humanidad.
También he vivido la situación de que algún ávido comensal te diga: «Los animales están para que nos los comamos, es ley de vida», como si el ser humano no pudiera decidir qué quiere comer o no. Yo soy lactoovovegetariana desde hace más de cinco años y nunca me ha molestado que aquellos que comparten la mesa conmigo coman carne o pescado, y tampoco soy de los que dan sermones ni intenta convencer a nadie de que esto es lo correcto. Pero no les ocurre lo mismo a aquellos que se alimentan de animales. Cuando dices que eres vegetariano un sentimiento de ofensa se apodera de ellos y comienza un ataque defensivo por su parte. Se defienden por el simple hecho de que tú no compartas sus gustos culinarios. Parece que se vegetariano ofenden a los que no lo son. Algo que no entiendo y no comparto. Otro de los argumentos que emplean para persuadirte de tu meditada decisión es que no se puede vivir sin comer carne, o lo que es lo mismo, que no podemos estar sanos sin que nuestros nutrientes sean de origen animal. Nada más lejos de la realidad. Hay muchísimos nutrientes que nuestro organismo puede obtener de alimentos vegetales. Y existen generaciones y generaciones de vegetarianos que viven una vida sana, saludable y longeva.
Si algún día te encuentras compartiendo mesa con un vegetariano, no te ofendas, se trata de una decisión personal y libre. No es en ningún caso una opción alimenticia para ofender y molestar al carnívoro.
Natalia Salazar