M e parece demasiado evidente afirmar que Internet ha revolucionado la forma que tenemos de relacionarnos los unos con los otros. Pero lo haré, para que todos aquellos incautos que aún no han sucumbido a crearse un perfil de internet lo hagan de inmediato.
Internet no sólo sirve para informarse sino que puede convertirse en una herramienta perfecta para mantener el contacto con todas aquellas personas que viven lejos. A pesar de esto, mucha gente aprovecha su perfil de internet para otros propósitos, como el de ligar.
Las plataformas más famosas son Hi5, 2wenty, MySpace y Facebook, que se ha convertido en toda una revolución en menos de dos años. Ahora todo el mundo tiene un perfil en Facebook. Cuando sus creadores decidieron llevar el formato en papel con los datos de contactos de los alumnos a una base de datos virtual, nadie dio un duro por su idea. Hoy, si no estás en Facebook no eres nadie (virtualmente hablando). De la misma manera que si un artista emergente no tiene página en MySpace tampoco existe para la industria. Que se lo digan a Arctic Monkeys o Lilly Allen, entre otros.
El otro día hablando con mis amigos empezamos a hablar de la comunidad de Facebook. Mi amigo P. dijo que tenía a Luis Rollán y a Deborah Hombres entre sus amigos pero que ni Mariano Rajoy ni Esperanza Aguirre le habían aceptado. No lo entiendo, mi amigo tiene todas las cualidades que un amigo debe tener. Pero las cosas ya no funcionan como antes. Ahora ya los niños no saldrán al patio a jugar a la pelota y le preguntarán a alguien: ¿quieres ser mi amigo?. Ahora la pregunta clave es: ¿me agregas como amigo? Y si la respuesta afirmativa, a raíz de eso probablemente se forje una bonita relación de amistad que perdure en el tiempo.
Resulta a veces un tanto surrealista escuchar en alguna conversación de adolescentes frases como: «No me lo puedo creer, me ha eliminado del messenger». ¿No sería mejor arreglar las diferencias cara a cara tomando una cerveza, como en los viejos tiempos?
Laura Tur