Si estos días han seguido los informativos, quizás se han quedado enganchados a la pantalla de televisión siguiendo la convención demócrata que estos días se celebra en Denver. Y uso el verbo celebrar porque más que una cumbre política parecía que la ceremonia de los Oscar se había trasladado al estadio del Pepsi Center. Actores, cantantes, delegados de los diferentes estados y demás seguidores, ataviados con los más curiosos disfraces, se han acercado a la cumbre para darle su apoyo al candidato demócrata.
El otro día iba apurando las tostadas por la mañana mientras me daba cuenta de que todos los que subían al estrado hablaban del candidato como si hubieran ido al colegio con él cuando probablemente no hayan tenido todavía la oportunidad de cruzar más de dos palabras con el susodicho. Pero, desde luego, lo más sorprendente es el fenómeno Obama por sí mismo. Un movimiento que ha traspasado la frontera política y que viene gestándose desde hace varios años en internet, donde el vídeo de Obama Girl, una morenaza de impresión que hace playback, ha recibido cerca de diez millones de visitas. La letra de su canción dice: I Got a Crush on Obama (Estoy loca por Obama). Y pensando, pensando me he preguntado si la fórmula de show político con toques de humor sexy funcionaría en España y si los políticos, ya sea por su atractivo físico, por su carisma o poder oratorio, serían capaces de atraer a las masas de la misma manera. He seguido divagando hasta visualizar a miles de seguidoras desatadas cantando algo así como, estoy loca por Carod, por Llamazares o por Rajoy. No, creo que no funcionaría. Porque en Estados Unidos ya existe McCain Girl y Hillary Girl y luchan entre ellas por los votos de cada candidato. Creo que aquí, salvo algunas excepciones, no se permite bromear hasta tal punto con la política, desgraciadamente.
En Europa, todo el mundo ya da por ganador a Barack Obama, sin tener en cuenta que la pugna entre los dos candidatos aún no ha terminado. Los votos republicanos son minoría pero pesan más en los estados que tienen más representantes en el colegio electoral, que es el método de elección indirecta y proporcional que utilizan en Estados Unidos. ¿Pero quién habla aquí de John McCain?
La semana que viene comienza en Minneapolis la convención republicana, cuyo lema es: Country First (El país primero). Con un candidato mulato, cuyo nombre resulta difícil de pronunciar y se confunde fácilmente con el enemigo público número uno, Osama Bin Laden; de orígenes africanos; autor de libros; que ha hecho hincapié en grupos de presión contra el terrorismo nuclear, el calentamiento global, el fraude electoral y el fin inmediato de la guerra en Irak (a pesar de que como senador de Illinois votó a favor) es normal que los republicanos crean que el país debe ser lo primero. ¿Acaso lo ven bien tal y como lo ha dejado la administración Bush?
Sea cual sea el ganador, lo cierto es que durante la fase final de la campaña electoral ambos tendrán que quitarse alguna piedra del zapato. Pero, eso sí, por el bien de Europa y de todo el mundo, esperemos que el próximo 4 de noviembre gane Obama. Porque en este caso, más vale Obama desconocido que McCain por conocer.
Laura Tur