Me ha parecido muy difícil bajar las escaleras», explicó Kike Vergara, un alumno de primero de bachillerato que durante la mañana de ayer comprobó las dificultades diarias a las que se enfrentan las personas que están en silla de ruedas. Dos de sus compañeras, Gabriela Espinosa y Patricia Roig, decidieron experimentar qué sienten las personas ciegas. «Nos hemos puesto el antifaz a las 08,00 horas y pensamos llevarlo hasta las 15,00 horas. Es una sensación de angustia muy fuerte. A ella se suma la inseguridad y también la desconfianza hacia el exterior, porque no sabes lo que hay fuera», explicaba Gabriela.
Los alumnos de primero de bachillerato de este instituto de Santa Eulària toman conciencia de cómo viven las personas discapacitadas visual y físicamente. Esta iniciativa forma parte de un proyecto educativo de la asociación S'Institut a Escena, integrada por padres, profesores y alumnos de este centro y el Ayuntamiento de Santa Eulària. «En cualquier momento pueden abandonar la iniciativa; no están obligados a estar todo el día. La verdad es que nos ha sorprendido porque hay muchos que están aguantando mucho y muy bien», explicó Vicky Alemany, profesora de Eduación Física y una de docentes implicadas en esta asociación. Además de vivir la discapacidad en el instituto, los alumnos salieron a la calle para sortear obstáculos como bordillos o motos y coches mal aparcados. «Ahora que estáis viendo lo complicado que es para una persona que no ve moverse con seguridad por la calle os pido que si tenéis moto la estacionéis en un lugar correcto», explicó Paco Hurtado, un chico invidente desde nacimiento y ex alumno del instituto Xarc, que decidió participar en estas jornadas.
María José Real