El movimiento de una cortina del escenario montado para la fiesta We love de Space dejó entrever por unos segundos sus larguísimas piernas armadas con tacones. Eran las dos y media de la madrugada y Grace Jones (Jamaica 1952), tras veinte años de ausencia en el mundo de la música, estaba preparada para su primera actuación en la isla. Todavía se hizo desear durante unos minutos para aparecer sobre un pedestal y vestida con chaqueta y corsé de riguroso negro. Más de un clubber se quedó con la boca abierta cuando la imponente figura de Grace Jones empezó a contonearse. «Esta mujer es increíble. Es de otro planeta», sentenció Sabina, espectadora apasionada. La sala, totalmente llena, cayó rendida ante la fuerza de esta mujer. Una diva que se ganaba al público en cada aparición ya que al finalizar cada tema se perdía por el fondo del escenario para cambiar su imagen con tocados, sombreros y antifaces imposibles. Durante una hora y cuarto, sonaron temas de su nuevo disco, Hurricane (2008), como William's blood o This is life. Su despedida fue por todo lo alto con su tema, Slave to the rythym, interpretado mientras hacía girar incansable, un enorme hula hop durante algo más de nueve minutos. Grace Jones declaró, al concluir el concierto, que le había encantado volver a la isla y que «había sentido con el público la gran energía que tiene Eivissa». Natalia Salazar
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