Al grito de «¡Espuma, espuma, espuma, espuma!», los niños acompañados por Piruleto, pedían que comenzara impacientes el baño jabonoso que aguardaban desde hacía minutos. Vestidos con trajes de baño y alguno incluso con gafas de bucear, los pequeños cantaban todas las canciones que el payaso les sugería. La música se oía por todo el paseo y numerosos turistas y curiosos se acercaron a ver que causaba tanto alboroto. Los padres aguardaban alrededor del recinto habilitado divirtiéndose con la estampa: pequeños cubiertos de pies a cabeza por la espuma.
Se ha convertido en una divertida y habitual práctica organizar este tipo de actividades, en este caso por las fiestas de Sant Bartomeu, para los más pequeños, que además de reírse y pasarlo bien, también juegan y, por tanto aprenden.
Justo en el instante en que el cañón comenzó a lanzar la espuma los padres apresurados intentaban reconocer a sus hijos e inmortalizarlos en una instantánea. Piruleto, el payaso encargado de animar la fiesta, ya había perdido toda opción para captar la atención del público infantil. «Habiendo espuma Piruleto ya no existe», se atrevía a reconocer por el micrófono.
N. S.