La gran esperanza de los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, de lograr mostrar una oposición masiva a la reforma laboral era la de conseguir que la manifestación que estaba convocada por la tarde en Vila fuera un éxito y a ella se sumaran buena parte de los trabajadores que, como decían las entidades sindicales, compartían sus objetivos, entendían los motivos de la huelga de ayer pero no la secundaron por no perder un día de sueldo o por miedo a represalias.
No fue exactamente así. A la marcha convocada respondieron aproximadamente un millar de personas, cifra que queda lejos de ser histórica, pero por el ambiente festivo y reivindicativo que mostraron los asistentes seguro que les sirvió de inyección de moral para un proceso reivindicativo que, como dijo Felipe Zarco, secretario general de CCOO, «hará que posiblemente esta no sea la última movilización que tengamos que hacer y esperamos que estéis a nuestro lado como habéis estado hoy».
A las 19,00 en Vara de Rey, hora y lugar previsto para el inicio de la manifestación, unas 300 personas se movían junto a la estatua del héroe de Cuba pertrechándose con pegatinas, camisetas y banderas.
Media hora más tarde, y ya con cerca de un millar de personas concentradas en el paseo, se iniciaba la marcha tras una pancarta con un escueto 'Així no! Rectificació ja!'. Esta era casi la única proclama escrita que acompañaba la marcha, a excepción de dos que empuñaban miembros del sindicato de educación STEI-i en las que se podía leer 'Pel treball amb dignitat' y 'L'Ensenyament, contra les retallades'.
También se podía leer un cartelón con la leyenda 'Díaz Ferrán, delincuente; Zapatero, cómplice'. A este la acompañaban media docena de manifestantes con caretas del presidente de la CEOE. «Lo hacemos porque es el presidente de la patronal, un sinvergüenza que debería estar en la cárcel», explicaba Aurelio. «Es una vergüenza que los sindicatos tengan que sentarse a hablar con un señor que ha vaciado tres empresas y que no paga a sus trabajadores», añadía Marcela.
La manifestación realizó el recorrido tradicional de las marchas por Vila. A su paso por Isidor Macabich, algunos comercios bajaban las rejas del negocio, en ocasiones con clientes dentro, por si se producía algún altercado, aunque finalmente la marcha transcurrió con tranquilidad hasta la llegada a la sede del Consell, protegida por cuatro policías nacionales, además de la docena de agentes que siguieron la marcha. Gritos, pitadas y bocinazos acompañaron un '¿Dónde está, no se ve, dónde está Xico Tarrés?'.
La siguiente parada, con sentada incluida, sería pocos metros después, ante la sede del PSOE. Allí, los gritos pasaron a ser 'Fuera, fuera' y 'Manos arriba, esto es un atraco', para acabar con el clásico 'Un bote, dos botes; Zapatero el que no bote'. Por último, antes de volver a Vara de Rey, 30 segundos de abucheos y coros de 'Empresario, pesetero' ante la Pimeef.
Para acabar, parlamentos de Zarco y su homólogo en UGT, Diego Ruiz, para criticar una reforma tildada de «claudicación de un Estado frente al capital», según el primero; una respuesta a la crisis en la que «si tenemos que pagar, pagamos todos», según el segundo. Aplausos y el Viva la Vida de Coldplay como cierre, hora y tres cuartos después de iniciada la marcha.
Los únicos gritos de 'esquiroles', contra tres peluqueras
Tan sólo al final de esta vía se oyeron los únicos gritos de '¡esquiroles!'. Iban dirigidos a tres peluqueras (que apenas se inmutaron, por cierto) que trabajaban en ese momento. Un manifestante, incluso, llegó a agitar una bandera dentro del local, pero el responsable de Hostelería en UGT, Fernando Fernández, actuó de pacificador y, megáfono en mano, reprendía a los suyos al grito de «vamos a tener una marcha pacífica».