El pasado 19 de octubre el Parlament de les Illes Balears aprobó por unanimidad la primera ley autonómica que regula el transporte marítimo en el archipiélago y que fija las líneas de interés estratégico. En el caso de Formentera se indica que el número mínimo de conexiones entre la Savina y Eivissa deberá ser de 10, durante todo el año, y además se señala que las franjas horarias de dichas conexiones no podrán dejar más de dos horas sin servicio en cualquiera de los sentidos de los trayectos.
Aunque hay un período de un año para que el Govern Balear fije las condiciones de continuidad y frecuencia, en la pitiusa menor se nota un año más las carencias en el servicio y la poca disponibilidad de las navieras para dar un servicio acorde a la futura ley y, sobre todo, a las necesidades de los usuarios.
Desde el pasado lunes, los servicios entre islas quedan por debajo de los mínimos que se fijarán en el futuro ya que el 'pool' formado por Baleària y Trasmapi ofrece desde la Savina seis viajes diarios a Eivissa, y la otra naviera, Mediterrànea-Pitiusa, ofrece tres en días laborables y tan sólo dos en festivos por lo que de Formentera a Eivissa hay 9 u 8 viajes diarios; aunque en laborables entre Vila y Formentera sí hay, sumando ambas navieras, diez viajes gracias al servicio obligatorio subvencionado de una barca a las nueve y media de la noche.
Pero si en el aspecto de número de viajes Formentera sufre por las decisiones comerciales de las navieras, los horarios que han impuesto las mismas son asimismo insuficientes. La prueba es que, entre las once de la mañana y la una y media del mediodía, no se puede viajar a Eivissa lo cual es una clara contravención de lo que se exigirá en el futuro que no permitirá más de dos horas sin servicio.
En temporada, las navieras sumaban 30 viajes diarios en ambos sentidos
En plena temporada turística, las navieras sumaban más de 30 viajes diarios en ambos sentidos, 21 de Trasmapi-Baleària y 11 de Mediterrànea-Pitiusa, sin contar con los innumerables transfers o servicios especiales. Con la temporada baja y atendiendo a la rentabilidad económica, la oferta se reduce a la mínima expresión y se centra en franjas demasiado concretas con grandes lagunas que no se acomodan a las necesidades de los formenterenses o de sus visitantes. Y eso en una línea con el segundo mayor número de pasajeros de España, sólo detrás de la del estrecho de Gibraltar, y con precios que se cuentan entre los más elevados de Europa.