Alegría por empezar las vacaciones veraniegas, un poco de tristeza por el paso de Primaria a Secundaria y muchas ganas de pasarlo bien el último día de colegio fueron los sentimientos y sensaciones que se mezclaron ayer en los centros educativos de Eivissa, donde maestros, estudiantes y familiares bailaron, cantaron, comieron y se divirtieron sin parar.
La música fue el elemento común en todas las celebraciones, ya fuera en formato CD o bien en directo. En algunos coles también hubo tiempo para las representaciones teatrales, como en Can Coix, eso sí acompañadas de música.
Otra de las características en común que guardaron todas las fiestas de final de curso fueron las grabaciones en cámara de vídeo y las centenares de fotos que los papás, mamás, abuelos, hermanos y otros familiares tomaron sin parar durante las actuaciones de sus pequeños.
A la parte más lúdica se sumó el reconocimiento al esfuerzo que recibieron los estudiantes que cambian de ciclo el curso que viene y la despedida a maestros y maestras muy queridos, no sólo por los alumnos y alumnas sino también por los papás y mamás, pues hasta incluso hubo docentes que recibieron regalos de despedida para que recuerden su paso y el día a día con sus niños.
En Sant Antoni, los colegios de Can Coix y Guillem de Montgrí celebraron por todo lo alto el fin de curso con festivales de música temáticos en los que los estudiantes intepretaron canciones infantiles.
En Can Coix, la fiesta estaba centrada en el cine, pues los cursos prepararon sus actuaciones para homenajear a películas como Toy Story, Rocky, Piratas del Caribe, Aladín o Mary Poppins.
Uno de los momentos más emotivos de la mañana en Can Coix se produjo cuando los alumnos de parvulitos de cinco años cantaron la canción Adiós a infantil, ya llega el verano y me tengo que ir. El curso ya se acaba y el año que viene con los niños mayores nos volveremos a ver. Tras este tema musical el público rompió en un sonoro aplauso al que siguió la entrega de diplomas por el cambio de ciclo. Uno a uno, los pequeños estudiantes subieron al escenario para recoger sus distinciones.
Con este reconocimiento en la mano, algunos posaron con gestos divertidos y de triunfo, mientras otros, como la pequeña Inés, rompieron a llorar porque dejaban a su maestra Dulce y pasaban a ser mayores. La magia de los juguetes de Toy Story llegó con la representación que hicieron los alumnos de segundo. En la selección musical también hubo lugar para hits musicales de actualidad, como el Dirty Beat de Black Eyed Peas o un remix de los temas más conocidos de DJ Tiësto.
En el cole vecino, Guillem de Montgrí, la principal novedad del festival de fin de curso de este año fue la música en directo, pues la tutora de cuarto curso A, Patricia Giralt, tocó la guitarra mientras los niños cantaban.
También hubo tiempo para entregar diplomas a quienes pasan el curso que viene a Secundaria y a quienes empiezan Primaria. La emoción estuvo servida con la marcha del maestro de Educación Física Pepín Valdés, que abandona el Guillem de Montgrí tras más de 20 años dando clases allí.
En Puig d'en Valls, el colegio S'Olivera celebró su fin de curso con muchos juegos y una gran torrada con los padres, madres y estudiantes del cole.
El ritmo de la música y la letra de la canción La chica ye-yé, interpretada por los alumnos de Educación Infantil, abrió ayer el festival de fin de curso del colegio Sa Blanca Dona celebrada en el polideportivo Raspallar.
Fue el pistoletazo de salida a una gala muy especial que, además fue conducida por dos presentadores de excepción, los alumnos del centro Verónica y William.
Esta pareja fue la encargada de ir anunciando micrófono en mano las distintas actuaciones, que este año tenían el núcleo común de ir divididas por décadas.
En este sentido, y según una de las coordinadoras de los bailes, la profesora de Educación Física Irene Cabanellas, «una vez que el centro eligió la temática fueron los propios alumnos los que escogieron la canción que querían representar, y después estuvimos ensayando de forma intensiva durante unas tres semanas para que todo saliera perfecto».
Finalmente, tanto trabajo mereció la pena y los alumnos de Primero y Segundo de Primaria demostraron su pericia al ritmo de Daddy Cool y I Will Survive; los de Tercero y Cuarto con la música de Locomía y En tu fiesta me colé, del grupo español Mecano; y los más mayores con temas de la década de los noventa como Everybody, de los americanos Backstreet Boys, y You can't touch this, de MC Hammer's.
Además los jóvenes aspirantes a bailarines también llamaron la atención de la gran cantidad de padres que poblaban las gradas del polideportivo con sus elaboradas coreografías y la originalidad de sus disfraces. Todos arrancaron fuertes ovaciones por la gracia con la que se movían con sus hombreras al ritmo de los abanicos más famosos de los 80 o como, perfectamente coordinados, imitaban los pasos que hicieron famosos aquellos ídolos de masas de los años 90, que se llamaban Backstreet Boys.
Una gala que dejó un muy buen sabor de boca a asistentes y participantes y sirvió para recargar las fuerzas y empezar bien las vacaciones de verano. Y es que todos ayudaron a demostrar que en el colegio Sa Blanca Dona, además de estudiar... se sabe bailar... y muy bien.
La playa como patio de recreo
Los colegios de Santa Eulària trasladaron ayer sus patios de recreo hasta la playa del municipio en una forma muy original y divertida de despedir este curso 2010-2011.
La iniciativa resultó todo un éxito de participación, ya que acudieron cerca de 300 niños de los colegios Santa Eulària, Sant Ciriac y Venda d'Arabí.
Todos ellos se lo pasaron en grande en una jornada en la que lo importante era disfrutar junto a sus compañeros y dar la bienvenida a las vacaciones. Unas vacaciones que, como afirmaba una de las profesoras del Venda d'Arabí, «son más que merecidas para los niños tras un duro e intenso año de trabajo y de estudio».
Así la playa de Santa Eulària fue un hervidero de niños ante el asombro de algunos de los bañistas que acuden a ella de forma regular. La mayoría de ellos, no dejaba de sorprenderse y sonreír al ver a tanto pequeño haciendo castillos de arena, enterrarse en barro o corriendo de aquí para allá disparándose agua armados con sus pequeñas e inofensivas armas.
Pero de entre todos ellos, había algunos que estaban más pendientes que otros. Eran socorristas de la Cruz Roja como Alejandro que, durante toda la mañana velaron por la integridad física de la gran cantidad de niños, «evitando que no se aíslen de sus compañeros y se desorienten, y sobre todo, que no hagan demasiado 'el bestia' para no terminar dañándose».