A las diez de la noche de ayer dio comienzo la feria andaluza de Eivissa más austera que se recuerda.
No en vano, los tentáculos de la crisis son alargados y desgraciadamente han llegado también a esta celebración que se ha visto obligada a reducir su duración de cuatro a dos días. También ha cambiado su nombre, de feria a fiesta, y el recorte notable del presupuesto se notó principalmente en la eliminación de las casetas del recinto ferial lo que provocó que, a pesar del esfuerzo de los organizadores, el ambiente durante la primera noche fuera bastante frío.
Sin embargo, para la presidenta de la Casa Cultural Andaluza en las Pitiusas, Teresa Castro, «lo importante era que a pesar de que la feria fuera más austera no desapareciera puesto que esta celebración es muy importante para los andaluces de la Isla».
Algo que no parece que vaya a suceder viendo el interés que le ponen los andaluces residentes en la Isla y que, según Castro, «se calcula que son cerca del 25% de los empadronados». Y es que, como afirmaba esta sevillana, que lleva más de cincuenta años en Eivissa, «el sentimiento andaluz no se pierde nunca y se lleva siempre contigo aunque estés a miles de kilómetros de tu tierra».
Algo que quedó reflejado en ejemplos como los de la Hermandad Rociera de Sant Antoni, con miembros llegados de Córdoba, Huelva o Sevilla; los de las pequeñas Julia, Helena o Neira, con abuela sevillana, o los de los niños Adrián y Ramón, que paseaban orgullosos sus medallas por el Recinto Ferial.