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Las lágrimas brotan en el sindicato

La secretaria de Organización de CCOO, Consuelo López, atiende una consulta en su mesa de las oficinas del sindicato. En los últimos años los temas de las consultas se han recrudecido: «Encontramos más abusos que nunca». | Daniel Espinosa

| Eivissa |

Aunque en las dos últimas temporadas la Isla ha batido su propio récord de visitantes y algunas de las principales empresas ibicencas aseguran que están logrando beneficios importantes, incluso por encima de la media de los últimos años, el desempleo en las Pitiüses aumenta de forma alarmante. Teniendo en cuenta lo que cada día se encuentra Consuelo López Melero, secretaria de Organización de CCOO en Eivissa y Formentera desde el año 2008, podría ser que la razón no fuera solo el parón en la construcción y los impagos de la administración.
«Nosotros tenemos muy claro que se está despidiendo a mucha gente con la excusa de la crisis, es decir, empresarios que aprovechan la reforma laboral y el miedo a quedarse sin empleo para obligar a las plantillas a sacar adelante el trabajo con menos personal», denuncia López Melero, que asegura que en los últimos dos o tres años las oficinas del sindicato son el escenario de los lamentos de «un verdadero drama psicosocial». «En los últimos tiempos nos encontramos, más que nunca, abusos muy graves y una criminalización de los trabajadores como si fueran vagos o irresponsables», explica. «Vemos padres de familia que llevan meses sin cobrar, que ya no tienen dinero para dar de comer a sus hijos y que llegan aquí absolutamente deprimidos y desesperados».
Gracias a la reforma laboral del PSOE, recuerda Melero, basta con que un empresario prevea que no va obtener beneficio para despedir a un trabajador con una indemnización de 20 días por año trabajado y un máximo de 24 cuotas. Ocho de esos 20 días los paga el Fogasa. «A veces, en el Tribunal de Arbitaje y Mediación de las Islas Baleares (TAMIB), se lo suben a 45 días, pero ya este año no hay forma de conseguir que ese tipo de despidos se declaren improcedentes en el TAMIB y hay que ir a juicio», señala. Desde que se aprobó la reforma laboral, apunta la secretaria de Organización de CCOO, «algunos están aprovechando para despedir a trabajadores de larga trayectoria, y lo hacen de uno en uno para evitar el ERE».

«Depresión»
El contenido de las consultas o denuncias que los trabajadores plantean en CCOO se ha recrudecido en los últimos años. «Muchos trabajadores llegan al borde de las lágrimas, muy deprimidos y con complejo de culpa». El 40% de estas consultas son por despidos, es decir, trabajadores que han recibido una indemnización correspondiente a un despido objetivo -20 días por año y un máximo de 24- pero piensan que debería ser improcedente -45 días por año y un máximo de 42-. Otro 40% corresponde a consultas directamente relacionadas con el dinero y el 20% restante son personas que descubren que no están dadas de alta en la Seguridad Social.
Los casos más graves se encuentran en los dos últimos tipos. A partir de 2008, destaca López Melero, se están dando casos de trabajadores a los que, al finalizar la temporada, se les pide que firmen un recibo como si hubieran cobrado el finiquito. «Les dicen que se lo pagarán más adelante porque ahora no tienen dinero, pero pasa el tiempo y no cobran; al que no acepta, al que se niega, le amenazan con no contratarlo al año siguiente». En este capítulo se inscribe uno de los casos «más fuertes y tristes». «Es un hombre de 63 o 64 años, a punto de jubilarse, al que pidieron que firmara varios papeles para el despido. Y firmó. No le entregaron el dinero del finiquito y fue a juicio. Y, claro está, perdió, porque había firmado. Él y su esposa lloraban como niños», recuerda López Melero, que dice que también se dan casos, «aunque son los menos», en los que, efectivamente, el empresario no tiene dinero pero paga en cuanto dispone de liquidez.
También se están recibiendo asuntos que, antes de 2008, eran poco comunes. «Se trata de trabajadores que llegan aquí porque llevan seis o más meses trabajando en una empresa y no les han entregado una copia del contrato. La piden y de una forma u otra les van dando largas, hasta que ya deciden acudir al sindicato. Aquí les decimos que vayan a la Tesorería de la Seguridad Social y que pidan una vida laboral. La sorpresa llega cuando descubren que no están dados de alta. Algunos lo estuvieron y después les dieron de baja y otros descubren que trabajan 40 horas y solo cotizan por media jornada», informa.
Como casos típicos «en el que el empresario pone a prueba la valentía del trabajador», López Melero destaca aquellos en los que se niega a empleados o empleadas con hijos pequeños su derecho a pedir reducción de jornada. «Algunos, por miedo, no denuncian; otros sí lo hacen y, claro está, ganan en el juicio».

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