La Virgen del Carmen se volvió a convertir ayer en una de las grandes protagonistas del mes de julio en Eivissa. Sin embargo en esta ocasión no fue por el fervor religioso que desata entre los habitantes de la Isla, que también, sino porque este año no parecía muy dispuesta a embarcar en el barco Cala Saona.
Tal es así, que si habláramos de índices de audiencia en televisión, seguramente el minuto de oro fue el momento en el que la imagen golpeó con su corona la entrada del buque ante el desconcierto de los encargados de transportarla y del numeroso público presente.
Lo cierto es que, ni para adelante ni para atrás, ni para arriba ni para abajo. En todo momento, y a pesar de los arduos esfuerzos de sus responsables, la Virgen se empeñó en no querer entrar por la puerta mientras se oían comentarios tales como «vaya con la Virgen del Carmen, tantos años en la Isla y sin descuento de residente».
El caso es que al final y tras mucho debatir se encontró una solución: Desatornillar la imagen de su trono e introducirla en brazos en una escena que quedará para siempre grabada en el anecdotario de la ciudad de Eivissa.
El resto, sin cambios
Hasta ese momento todo había marchado según el plan previsto de otros años. La jornada comenzó a las 19,00 horas con la misa en honor a la patrona de los marineros en la iglesia de Sant Elm, presidida por el obispo de Eivissa y Formentera, Vicente Juan Segura, y musicada por la Banda Municipal Ciutat d'Eivissa.
Después, y tras algo más de una hora de espera, el numeroso público que se daba cita en la puerta del templo pudo ver salir a su Virgen bajo los acordes del Himno de España para comenzar la procesión.
La marcha discurrió por la estrecha calle de la Mare de Déu, adornada, como viene siendo habitual, por ramos de flores, y con mucha gente tomando fotografías desde los balcones con sus teléfonos móviles y sus máquinas.
Un camino que sirvió para demostrar una vez más la devoción que tiene el pueblo de Eivissa por la patrona de los marineros. «Es la Virgen más preciosa de todas las que hay, y por más que he estado en otros puntos de España, en ninguno se celebra de una forma tan bonita como en nuestra Isla», explicaba María, una señora de ochenta y dos años a unas turistas alemanes que no entendían muy bien que estaba pasando.
Desde la calle de la Mare de Déu la comitiva descendió al ritmo que marcaban los miembros de la Banda Municipal Ciutat d'Eivissa y de la Agrupación Musical Cristo Yacente llegando hasta la plaza de sa Riba donde le esperaba la embarcación Cala Saona junto al numeroso público allí congregado.
Desde allí, y tras solucionarse el problema de su entrada en el barco, la Virgen del Carmen inició camino acompañada de una treintena de embarcaciones de todos los tamaños que haciendo sonar sus sirenas gritaban ‘vivas' a la patrona de los marineros.
Después de una mínima travesía con algún que otro movimiento de má, fue el momento de la ofrenda floral. Tras un pequeño discurso del obispo de Eivissa, Vicente Juan Segura, en el que recordó la importancia que tuvo el mar en la formación del imperio español, la alcaldesa de Eivissa, Marienna Sánchez-Jáuregui, y el presidente del Consell, Vicent Serra, arrojaron el tradicional ramo de flores al mar.
Tras ello, fue el momento de volver a tierra y descender la imagen de la Virgen de una forma bastante menos accidentada y divertida que a la ida para devolverla a Sant Elm.