Impulsor de eventos solidarios, culturales y sociales, el empresario hotelero José Colomar (Sant Carles, 1932), propietario del hotel de cuatro estrellas Royal Plaza, tiene claro que la marca Eivissa goza de un conocido prestigio internacional, pero advierte de que «puede morir de éxito». Por ello apuesta por aumentar la profesionalidad del sector turístico, mejorar aspectos como la limpieza de las calles, aumentar la conectividad aérea en temporada baja e invierno y apostar también por la tranquilidad. «Somos la mejor isla situada del Mediterráneo, la más próxima a España y a países como Italia o Gran Bretaña. Hemos hecho las cosas muy bien durante mucho tiempo y, además, no éramos profesionales del turismo y fuimos capaces de conseguir y levantar un gran respeto en el ámbito turístico por nuestra forma de ser, nuestro carácter, que se está dejando ahora de lado. Éramos muy amables y estábamos dispuestos a servir a todo el mundo, los precios eran asequibles y había ganas de ayudar siempre. Esto nos ha hecho famosos, pero no debemos pensar que lo tenemos todo hecho y ganado ya», apunta.
—¿Cuál es el secreto para tener un hotel de cuatro estrellas abierto también en invierno desde que se creó en 1980?
—En primer lugar pienso que hay que moverse en un sector donde haya clientes, por ejemplo, los hombres de negocios. También a los integrantes de las tripulaciones de aviones y la gente que tiene segundas residencias en la Isla, que también pasan algunos días en invierno.
—¿Siempre ha tenido claro que abriría todo el año?
—Nunca me he planteado cerrar en invierno, aunque es verdad que nunca hemos ganado dinero en invierno. Pero abrimos para dar servicio a la ciudad y a los empleados; cerrando el hotel deberíamos tener a alguien cuidando las instalaciones, luego la pérdida no es tanta y damos servicio a la ciudad, que hay clientes que vienen cuatro y siete veces al año e incluso cada semana.
—¿Qué le diría a los hoteleros para que se animasen a abrir todo el año?
—Creo que ya somos bastantes los que abrimos todo el año y creo que no todo el mundo respeta el código en el sentido de que un cuatro estrellas debe valer lo mismo en el centro que a dos kilómetros y hay cuatro estrellas que tiran los precios en invierno. Esto hace daño al prestigio de la isla y al de los hoteles de esta categoría.
—¿Cómo valora el cambio que ha experimentado Eivissa en los últimos años?
—Lo que hemos hecho en todos estos años ha generado un prestigio que hace que ahora seamos la envidia del mundo. Ninguna isla del mundo tiene el nombre, la fama y el prestigio de Eivissa. Ahora bien, hagamos una reflexión. ¿Es lo mejor que nos podía pasar, morir de éxito? Hay gente que se va de la isla después de pasar tres días diciendo que es demasiado cara, por no decir otro adjetivo que sería mucho peor. Eivissa es un destino caro y en muchas ocasiones, porque no quiero generalizar, lo que se paga no se corresponde con el servicio que se recibe. Es como la burbuja inmobiliaria, que todo el mundo se lanzó a la construcción y nos dimos cuenta de que no se podía vender todo lo construido y no me gustaría que en turismo pasara lo mismo. Es una isla muy complicada, lo reconozco. ¿Qué puede matar a Eivissa? La conectividad aérea que tenemos en invierno, si no hay aviones, no hay hoteles ni trabajo. Tenemos que ser más sensatos y asegurarnos de que tenemos transporte, ya sea por parte de los mismos empresarios, del gobierno local o nacional, pero una isla no se puede quedar aislada porque se arruina.