Un águila pescadora, una especie amenazada en el Mediterráneo, ha regresado a Mallorca tras pasar el invierno en la costa atlántica africana, según informó el sábado el Grupo de Ornitología Balear (GOB), que ha seguido el viaje del ave con un sistema de seguimiento por satélite. El águila pasó una noche en Eivissa antes de volver a casa.
Esta especie sólo sobrevive en la costa norteafricana, Córcega y en las Islas Baleares, donde la población llegó a las 35-40 parejas en los años 50. En los años 80 había 8 parejas y ahora se encuentra en un lento proceso de recuperación con 23 parejas en 2014.
Para facilitar su conservación, la Conselleria de Medio Ambiente del Govern lleva a cabo un programa en el que participa el GOB y que incluye, entre otras acciones, el seguimiento de ejemplares para mejorar el conocimiento científico sobre sus hábitos y movimientos, y para detectar y corregir factores que puedan suponer un riesgo de mortalidad para las aves.
El 20 de agosto de 2014 ornitólogos del GOB capturaron en s'Albufera un precioso ejemplar hembra que fue equipado con una anilla plástica de lectura a distancia y un emisor de seguimiento vía satélite.
Tras dos semanas en las que el águila realizó sus movimientos habituales de alimentación en s'Albufera, el 9 de septiembre abandonó Mallorca en dirección a la Península Ibérica.
Después de llegar a la costa levantina, enfiló hacia el Estrecho de Gibraltar en dirección a África y, en sólo 9 días, llegó a la costa atlántica marroquí tras cubrir 1.528 kilómetros.
Durante 4 meses el águila ha vivido en la costa de Tafedna, cerca de un pueblo de pescadores, comiendo lo que pescaba en el mar y durmiendo en un río que desemboca en la playa.
Descanso en la isla
El pasado 21 de febrero se volvió a activar el instinto migratorio del águila, que consideró que la primavera ya estaba cerca y que era el momento de regresar a Mallorca.
En un viaje igualmente de 9 días, esta vez sin atravesar por Gibraltar y haciendo escala para dormir en Eivissa, el 1 de marzo volvió a la zona de S'Albufera.
Gracias a seguimientos como éste, hoy se sabe que la mayoría de los jóvenes ejemplares abandona la isla durante su primer año de vida, y que parte de la población adulta parte para pasar el invierno en África o en la Península Ibérica.
Así, la supervivencia de los ejemplares depende tanto de las medidas de conservación que se aplican en las Islas Baleares, como de la situación ambiental con la que se encuentran en las zonas por donde pasan.