Tras casi 70 años de presencia en las Pitïuses, la Congregación de los Hermanos Carmelitas de Eivissa podría abandonar la diócesis en un plazo aún por determinar, aunque existe la posibilidad de que no se alargue demasiado en el tiempo. Su continuidad o no, dependerá del resultado del proceso de reestructuración y reunificación que se ha emprendido entre las diferentes órdenes religiosas y que afecta a varios conventos en todo el territorio español.
Actualmente la congregación de los Carmelitas cuenta en Eivissa con tres miembros en su comunidad. Los padres Ángel Arroyo, de 62 años, párroco de San Telmo; Juan Ribas Vic, de 76 años, párroco de San Pedro y Santo Domingo, y el padre José Luis Pardo, de 90 años de edad, que ejerce como vicario parroquial. Atendiendo a sus respectivas edades se pone de manifiesto la gravedad de la cuestión, pues «la situación es muy comprometida ya que, hoy día, existe una gran carencia de vocación entre la juventud, que se ha traducido en un grave problema de relevo generacional», según explicó el padre Ángel Arroyo, presidente de la comunidad Carmelita en Eivissa.
«La cuestión es que a nivel mundial los Carmelitas estamos creciendo como orden religiosa», matizó el padre Arroyo, quien además destacó que «tanto en la India como en África o Asia, especialmente en Corea, la comunidad está incorporando a muchos jóvenes con vocación, pero aquí en Europa, por el contrario, estamos bajando muy rápido en nuestro número, sin tiempo para que se produzca el relevo generacional de los hermanos con más edad».
La voz de alarma sobre una posible marcha de los Carmelitas saltó tras la llegada de una carta de la Orden Superior en Madrid, ante la que el Obispado no puede hacer nada. Asimismo, el pasado domingo, el padre Arroyo, realizó durante la misa una exhortación a los feligreses de la parroquia de San Telmo «para que incluyeran en sus rezos alguna oración rogando a Dios por la permanencia de los Carmelitas y por un aumento de la vocación espiritual entre los más jóvenes de nuestra sociedad, a los que esperamos con los brazos abiertos».