Una semana más hay que lamentar la muerte de miles de personas por el brutal terremoto que ha sacudido al vulnerable pueblo de Nepal. Como suele ser costumbre, este tipo de catástrofes se ceban con los más desfavorecidos en la cruel rueda de la vida. Por suerte, hay personas, por supuesto, también en Eivissa, que se vuelcan en las tareas de búsqueda y reparación de esas vidas sesgadas por los caprichos de la naturaleza.
A nivel local, la última semana de abril comenzó con novedades sobre las obras de los nuevos juzgados de Sa Graduada, que podrían comenzar a finales de año según las previsiones que maneja el Ministerio. En materia económica, el gasto turístico aumentó casi un 50% durante el primer trimestre del año en Eivissa y Formentera. Un día después, asistimos a un nuevo accidente en alta mar cuando un ferry que debía hacer escala en Eivissa ardió en llamas con 157 pasajeros a bordo. El buque Sorrento iba cargado de fuel, por lo que se temía por un nuevo desastre medioambiental en aguas del Mediterráneo.
En otro orden de cosas, las Pitiüses se preparan para una temporada estival de récord en lo que a previsión turística se refiere. Lo que para muchos es sinónimo de trabajo y prosperidad, otros lo entienden como una nueva ‘burbuja' que no tardará en pinchar. El aumento en el número de contrataciones no se traduce, en buena parte de los casos, en estabilidad laboral.
Los derechos de los trabajadores se vulneran sistemáticamente mientras aumentan prácticas como la de pagar una parte en ‘b' para eludir a Hacienda. Hay numerosos ejemplos de empleados que cobran el salario mínimo interprofesional (648,60 euros) más otra cantidad ‘compensatoria' en negro. Lo cierto es que esta práctica beneficia más al empresario que al trabajador, pues el primero se ahorra el pago de parte de las cotizaciones a la Seguridad Social, un 26% del salario bruto de media, mientras el segundo paga algo menos de IRPF a cambio de perder dinero en los casos de jubilación, paro, baja por enfermedad e indemnización por despido.
Sea por ausencia de responsabilidad o por desidia, lo cierto es que el espíritu crítico se está perdiendo cada vez más. Como prueba , la escasa participación ciudadana en la manifestación del pasado viernes por el Día del Trabajador. Muchos han desistido y observan impasibles una realidad que, por otra parte, podría comenzar a cambiar a partir del próximo 24 de mayo.
La cita con las urnas ha iniciado su cuenta atrás y los partidos políticos se afanan en presentar a bombo y platillo a sus candidatos. Volviendo a las reivindicaciones sociales, resulta llamativo que un millar de personas se congreguen para asistir a la puesta de largo de Pepe Sala como candidato popular al Ayuntamiento de Sant Antoni y que apenas 200 personas secunden la marcha sindical por la dignidad laboral. ¿Dónde residen nuestras prioridades? Sintomático.
Algunos de estos candidatos tienen clarísimo que ganarán el 24-M, como por ejemplo el presidente del Consell d'Eivissa, Vicent Serra, quien pronostica que lo hará por mayoría absoluta. Mientras tanto, nuestros gobernantes aprovechan la recta final de la legislatura para rascarse el bolsillo y anunciar planes seductores como la aprobación del Régimen Especial para Balears que se traducirá en incentivos fiscales y compensaciones en el impuesto de sociedades. O eso prometen.