El biólogo y experto en oceanografía Xavier Pastor, que actualmente es asesor sénior de Oceana en Europa, habla de las principales amenazas de las aguas pitiusas como son las prospecciones petrolíferas, los fondeos o la sobrepesca.
— Los partidos políticos se han comprometido a aprobar una ley para declarar el Mediterráneo libre de prospecciones. ¿Confía en que se consiga el objetivo?
— Si son sinceros con sus planteamientos que hacen, no debería haber el menor problema. Los partidos con base en Balears, pero también en Murcia y la Comunitat Valenciana se han posicionado en contra de las prospecciones. Cuando se presente en el Congreso no debería haber ningún problema. No se comprendería que aquí los partidos dijeran una cosa y en Madrid otra cosa diferente. Confío en que sí, lo que haría que una gran parte del Mediterráneo occidental quedara libre de una vez por todas de esta amenaza.
— ¿Entonces es creíble que se pueda conseguir o es una utopía?
— Es posible absolutamente. Hay zonas del mundo donde se han prohibido, como Costa Rica. En EEUU van abriendo zonas y cerrando otras, por lo que es posible que un país prohíba las prospecciones si el Estado y las peticiones de los ciudadanos son más fuertes que las presiones de las compañías petrolíferas. No es una utopía.
— De momento, se ha conseguido parar el proyecto de Cairn Energy, pero hay más proyectos pendientes. ¿Basta con los movimientos ciudadanos y la actividad de las plataformas para evitar más búsqueda de petróleo?
— Sin duda lo que es fundamental es la implicación. Como soy parte de una organización no gubernamental siempre defiendo la necesidad de que las organizaciones presionen. Hay documentos de Oceana de hace más de seis años en el que ya advertíamos en Balears sobre este tema. A base de presionar y de sacarlo en los periódicos, el sector turístico se da cuenta de que les puede afectar. Entonces se produce un salto cualitativo, en el que la combinación entre las organizaciones no gubernamentales, las plataformas, los intereses económicos del sector turístico y pesquero, genera un movimiento. Pero esta movilización no sirve de nada mientras el gobierno que tiene que dar los permisos los dé o no los dé. Los gobiernos regionales no pueden hacer mucha cosa pero tienen el poder de presionar sobre el gobierno central.
— ¿Le sorprendió el movimiento de los ciudadanos de Eivissa y Formentera contra las prospecciones?
— Los pitiusos nos dieron una lección a todos. Y más con lo que cuesta poner en marcha un movimiento. El hecho de que Eivissa, donde es más difícil movilizar a la gente que en el resto de las islas, generara una movilización tan moderna fue sorprendente. Fueron capaces de introducir elementos muy interesantes como la implicación del pequeño comercio, de los hoteles o de las celebrities, la gente pintó de negro... Hubo una movilización de un estilo que nunca se había visto en las Balears ni en el resto de España. Ha habido manifestaciones más clásicas, pero con esto tan moderno que hubo en Eivissa y que intentaron seguir con mayor o menor éxito en Mallorca y Menorca, los pitiusos nos dieron una lección a todos y nos han marcado el camino en este tema.
— ¿Qué riesgos reales tienen los sondeos?
— Hay tres temas. Uno es la posibilidad de un accidente con un vertido de petróleo, que es lo que ha preocupado a la mayor parte de la gente, que sus playas se llenen de petróleo. Segundo problema previo son los sondeos acústicos, que hacen daño al sector pesquero, a los mamíferos marinos, a las tortugas y a todos los animales que se ven sometidos a estas explosiones bajo el mar que les hacen moverse de sitio, interrumpen sus periodos de alimentación y reproducción o les pueden llevar a la muerte si impiden su comunicación. Preocupa a menos gente, pero si no hay explosiones, no habrá prospecciones ni extracción y por tanto no habrá petróleo.
Y la tercera cuestión es el cambio climático. Si no hubiera ningún accidente, todavía el petróleo que se extrae se convierte en CO2. Cuando todos los gobiernos del mundo y las Naciones Unidas dicen que hay que disminuir las emisiones de CO2, ¿cómo es posible que simultáneamente se estén dando permisos para extraer petróleo que se convertirá en CO2? Son políticas contradictorias. El petróleo está muerto y el futuro son las renovables, que cada vez son más rentables y funcionan mejor.
— Las Pitiüses es un lugar propenso a apostar por las energías renovables, ¿por qué cuesta tanto implantarlas?
— Porque los gobernantes apuestan más por los hidrocarburos que por las renovables. Se puede hacer, pero a las eléctricas tampoco les interesa porque es como tener miles de competencias pequeñas. Luego hay otro tema, y es que la gente es tolerante con las renovables pero no les gusta estéticamente.
— Desde las instituciones de Eivissa se está impulsando la reserva natural de Tagomago. Oceana va más allá y pide ampliar la protección marítima y de especies.
— Estamos trabajando en contacto con el Ayuntamiento, el Consell y el Govern balear para la creación de esta reserva. Fue una iniciativa estupenda. Entre las acciones previstas por Oceana en la próxima década estaba la protección de Tagomago. Nos sorprendió favorablemente que no fuera ninguna organización, sino que fuera el propio ayuntamiento el que sugiriera esta propuesta. Les hemos felicitado y les hemos enviado nuestra propuesta, que es más amplia que la que hacen y modificamos algunos asuntos como prohibir la pesca submarina y de arrastre. Pero estamos contentos de que vaya avanzando y no dejaremos que se duerma. Es importante seguir empujando para que no se olviden, porque en Eivissa y Formentera es una prioridad, junto con la posibilidad de un nuevo parque nacional de las montañas submarinas entre Mallorca, Eivissa y Formentera. Sería más grande que la ampliación del de Cabrera y sería el primero nacional casi completamente marino, aunque se acercaría mucho a las costas de las Pitiüses. Vendría muy bien para el sector turístico, el sector pesquero y para los ciudadanos en general, porque tener un parque nacional en las puertas de tu casa es un privilegio de calidad. Además, es un argumento más para que no se acepten las prospecciones petrolíferas. Es una de las prioridades de Oceana para los próximos años.
— ¿La sobrepesca es una amenaza real para Eivissa y Formentera?
— Sí, en todos los estudios que se han hecho hablan que alrededor del 90% de los stocks del Mediterráneo están sobrepescados. Hay que recuperarlos y para eso hay que reducir la presión. Hay demasiada pesca ilegal tanto profesional como recreativa, hay fugitivos que pescan con escopetas y que venden a restaurantes haciendo competencia a los profesionales. Toda la flota que viene de la costa de Levante a pescar en aguas pitiusas se tiene que controlar para reducir la presión. En cuanto dejas de presionar, el mar tarda un poco, pero se recupera, dependiendo de lo que se había hundido.
— ¿Hay zonas que se han recuperado?
— Hay ejemplos muy buenos. Las Pitiüses están en el centro del área de reproducción del atún rojo más importante, junto al golfo de México. Consiguieron acabar con ella, pero pusimos un plan de regeneración y recuperación del atún rojo con multas altas y barcos de guerra vigilando los pesqueros y ahora el atún rojo, que es uno de los pescados más apreciados económicamente del mundo, se está recuperando. También la gamba roja, que da mucho dinero y está sobreexplotada porque es un producto de mucha calidad y alto precio, se puede recuperar. No podemos permitir que muera la pesca tradicional, es una de nuestros objetivos, porque es la que produce pescado de calidad y da a los puertos una característica tradicional. No podemos permitir que la pesca industrial o furtiva acabe con ella. La sobrepesca es un problema grave que se puede arreglar con medidas positivas. Por ejemplo, la veda del raor ha permitido que los raors se multipliquen en número, tamaño y abundancia. Ahora todo el mundo está encantado de que haya una veda.
— Oceana apuesta por las reservas marinas. Los pescadores eran algo reacios, ¿están ahora más convencidos?
— Los pescadores han visto que ha ido tan bien, porque se prohíbe la pesca de arrastre y submarina y la deportiva está controlada, que ahora todas las cofradías piden reservas, como es el caso de Tagomago, de Sóller y de sa Dragonera. Hoy en día los pescadores profesionales no ponen la menor oposición. Es como las peatonalizaciones, que al principio se quejan porque dicen que los coches no podrán entrar y los comercios se hundirán. Pero si se peatonaliza y al cabo de los años decidieran abrirla al tráfico otra vez, los mismos que se oponían montarían en cólera. Lo mismo pasa con las reservas marinas, ahora todos están de acuerdo. Los furtivos, los que hacen trampas y no cumplen las leyes son los que están en contra.
— ¿Qué impacto tienen los fondeos masivos sobre la posidonia?
— Los fondeos son un problema, aunque la gente está cada vez más sensibilizada. El tema no está solucionado pero hay conciencia sobre el problema y se están dando pasos. Instituciones como Formentera han pedido boyas públicas de fondeo y se tienen que poner en todas las zonas donde haya posidonia. Que se calcule cuántas barcas pueden venir sin hacer daño y establecer la capacidad de carga de cada zona para poner las boyas que toquen. Somos partidarios de que se gestionen por organismos públicos, porque las empresas quieren hacer dinero y los costes de amarre se incrementarían para los ciudadanos. Se tienen que autofinanciar para que las instituciones no tengan que dedicar partidas concretas, sería como la zona azul de los coches. Si no hay sitio que sigan navegando, como nos pasa cuando queremos aparcar.