La bahía de Talamanca amaneció ayer como un espejo. El agua estaba limpia a simple vista y las altas temperaturas que superaron los 25 grados invitaban a darse un baño. Solamente el ligero olor pestilente que flotaba en el ambiente señalaba que algo no iba bien en la playa más grande del municipio de Eivissa. La bandera roja ondeaba ayer por quinto día consecutivo después de la enésima rotura del emisario provocada por las fuertes tormentas de la pasada semana. A pesar de ello, muchos turistas, la mayoría extranjeros y algunos niños, se saltaron la prohibición y se introdujeron en unas aguas no aptas para el baño.
Salvador Guzmán, un turista de Barcelona que pasa unos días en Ibiza con su mujer, no se atreve ni a mojarse los pies. «Solo tomamos el sol y cuando tenemos calor, nos duchamos.», explica. Es la primera vez que Salvador visita la isla y, por ello, el primer día se extrañó de ver la bandera roja cuando el mar «estaba como una piscina».
Los problemas en la playa de Talamanca, después de tres roturas del emisario en lo que llevamos de temporada, están provocando también las quejas de los hosteleros. El maître del Hostal Talamanca, Juan Marí, cuenta que muchos de sus clientes, especialmente los que tienen niños, «han dejado de venir porque no pueden bañarse y se han ido a otras playas». «Esto nos está haciendo mucho daño porque perdemos ingresos», dice Marí, quien añade que la situación es insostenible y que necesita una «solución urgente».
Bandera verde
El subdirector del Hotel Simbad, Álvaro Sánchez, calificaba de «vergonzoso» que la playa más popular de la ciudad de Eivissa estuviera en este estado. A pesar de ello, el hotel está lleno aunque, según relató, la semana pasada una pareja de alemanes se fue del hotel por el estado en el que estaba la playa. «Si el problema fuera en Palma, el emisario ya estaría arreglado hace tiempo», sentenció.
La bandera verde volvió a izarse en la playa de Talamanca ayer a mediodía después de conocer los resultados de los últimos análisis realizados en la zona. Los niveles de bacterias fecales volvían a ser normales. A pesar de ello, un equipo de buzos continuó trabajando en la zona durante todo el día tratando de ajustar la brida que provocó los vertidos.