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Sardinas Negras

Elisa Pomar: «Mi marido me conquistó con mucho amor aunque cuando me conoció compraba joyas de otras tiendas»

La joyera de Eivissa: Elisa Pomar viene de una familia de joyeros. Sus piezas, donde mezcla tradición e innovación, son inconfundibles. Foto: DANI ESPINOSA

| Eivissa |

Elisa Pomar es una joya. Sé que suena a tópico cuando hablamos de una mujer que forma parte de la cuarta generación de una familia de joyeros, pero es verdad. Nuestra aspirante a Sardina Negra de esta semana nos espera en la tienda que regenta en el número 1 de la calle Castelar de la Marina y al cruzar la puerta nos recibe con una gran sonrisa. Vestida con un vestido y medias verdes y unas botas por encima de la rodilla de color marrón, supera con nota la sesión de fotos con anillos, pendientes y collar de su propia colección, y tras un breve paseo hasta el bar Can Rafal, en apenas unos segundos sentados nos transmite su pasión por su trabajo.

Una pasión heredada de Pepín Pomar, su padre al que admira casi con devoción y al que dedica buena parte de la charla. Nacida, literalmente, encima de su actual tienda de la Marina, en la calle Castelar, Elisa se confiesa una amante de este barrio que nunca abandonó a pesar de que se crió en la calle Isidor Macabich y luego en una casa de Talamanca, en la que aún vive su madre. Al fallecer su padre decidió dar un paso más en la joyería ibicenca, y empezó a combinar piezas tradicionales con otros elementos. Ahora, casi una década después, y a pesar de que más de uno pensó que estaba loca, su producción ha dado la vuelta al mundo. Tanto que Dolce & Gabanna son clientes habituales de su pequeña tienda y Scarlett Johansson, Jon Secada, Elisabeth Reyes o la joven actriz Mariam Bachir han lucido sus creaciones.

Madre orgullosa de dos hijos, Elisa y Marc, periodista en Paris la primera y el segundo aspirante a cantante y con mucho futuro por delante, esta experta gemóloga, apasionada del spinning –todos los días a las siete y media hace una hora y media de deporte – cinéfila, lectora voraz y amante de la comida orgánica, nos abrió su vida y su corazón. Superó una mañana fría y desapacible y entre temblor y temblor nos demostró que es una digna Sardina Negra. Y todo, justo antes de coger un vuelo a Barcelona y disfrutar del segundo concierto de Madonna en España.

—Está a punto de coger un vuelo a ver a Madonna. Vaya regalo, ¿pero cómo se conquista a una joyera?

—La verdad que sí. Tengo muchas ganas de verla en directo. Pero bueno, conquistarme a mí es relativamente fácil si se hace como lo hizo mi marido, con mucho amor.

—¿Pero qué joya se le regala a una mujer que es la cuarta generación de joyeros? Su marido lo tendría complicado...

—(risas). Muy difícil. Lo mejor de todo es que cuando nos conocimos me compraba joyas de otras tiendas. (risas)

—UnacosaElisa,viendocomoestáa día de hoy el barrio de la Marina, prácticamente vacío, ¿se considera una superviviente?

—Puede ser. Es una pena que este barrio, un referente para la isla, tenga prácticamente todos los comercios cerrados desde el 31 de octubre. Estos días ha venido un crucero de italianos y se ha quedado con la boca abierta viendo que no hay nada abierto. Y esto no beneficia a nadie, ni a residentes, ni a visitantes ni a comerciantes.

—¿Yde quien es la culpa?

—No lo sé. Tal vez los políticos tendrían que involucrarse más por potenciar la Marina. Me molesta mucho que durante unos meses se la extraje sin piedad, con horarios bestiales, y luego cuando acaba lo que ellos llaman temporada se la olvide sin piedad.

—¿Y no ha tenido la tentación de cerrar?

—No le niego que no. Algún invierno sí, pero soy de las que cuando más complicado veo el negocio más tiro de imaginación. Soy una experta en reinventarme y además, si echamos el cierre nosotros, la tienda de los cestos, la pastelería Vadell, los dos bares que quedan abiertos... ¿qué quedará? Nada. Y eso no lo voy a permitir. Quiero seguir luchando por mi barrio.

—Todauna declaración de intenciones. ¿Es usted una enamorada a muerte de la Marina?

—(risas). Por supuesto. Nací en la casa encima de mi tienda, sin cesárea ni nada, y aquí me he criado. Tuve una infancia muy feliz y eso fue en parte a todo lo que viví de pequeña en este barrio. Aunque con cuatro años nos fuimos a Isidor Macabich siempre venía a jugar por sus calles donde me encantaba disfrutar de su gente y de sus tiendas de telas, comidas típicas o mercados. Recuerdo como me encantaba ir con mi madre cuando había mercado a charlar con las payesas que bajaban del campo.

—¡Ah! ¿Usted no nació siendo ya joyera?

—(risas). Eso se piensa mucha gente pero no. Eso sí, me crié en una familia de joyeros muy importante y mis hermanos Marina, David, y Elena y yo somos la cuarta generación.

—Inclusoes la bisnieta del joyero del Rey. ¿Cómo se lleva eso?

—(risas). Muy bien la verdad. Realmente mi bisabuelo, Joan Pomar Aguiló, fue el que fundó la empresa en 1852 así que a él le debemos todo. Y sí, le llamaban así porque Alfonso XII le hacía encargos personalmente.

—¿Y a usted le ha encargado alguna joya la reina Letizia? Para ser, no sé, ¿la joyera de la reina?

—(risas). Sinceramente no lo había pensado pero mi objetivo es otro. Soy, de hacer joyas mas artesanales e intento que mi público sea otro, más centrado en la gente de Eivissa, y por eso tenemos nuestras tiendas abiertas todo el año. No puede ser que alguien de la isla solo pueda comprar en verano.

—Aunasí,Dolce& Gabanna son clientes fieles. ¿Cómo se le quedó la cara cuando los vio por primera vez?

—Te puedes imaginar. La primera vez no sabía quiénes eran porque son muy cercanos y de trato muy llano. Luego con el tiempo nos hemos hecho amigos e incluso, este último verano, cuando me compraron las 24 sortijas de una colección, Dolce se sentó conmigo a enseñarme vídeos suyos en el móvil. Parece increíble que los número 1 de la moda sean así. Aún no me lo creo.

—¿Y cuando vio que Scarlett Johansson llevaba unos pendientes suyos?

—¡Ya ves! Impresionante. Y eso que nos dimos cuenta por casualidad. Fue durante una feria al ojear una revista de moda. Cuando lo vi casi me caigo al suelo del desmayo. Es algo que debo a Dolce & Gabanna y por eso nunca lo olvidaré.

—¿Se imaginaba eso cuando decidió darun salto al vacío e innovar en la joyería tradicional ibicenca?

—Sinceramente no. Decidí dar el salto como un homenaje a mi padre, Pepín Pomar, desaparecido de forma repentina hace nueve años. Aunque mucha gente no lo crea era un gran innovador aunque nunca pudo demostrarlo públicamente como lo hubiera deseado. Sólo su familia sabíamos de lo que era capaz cuando, por nuestro cumpleaños, nos regalaba alguna joya completamente distinta.

—¿Pero, por quéarriesgarse?

—Porque era necesario. Además de un homenaje a mi padre mi trabajo también es un homenaje a la mujer ibicenca. Estaba cansada de ver como las mujeres de la isla guardaban sus joyas en un arcón después de terminar de bailar y no las sacaban más. Me niego a que eso pase. Son piezas preciosas que deben ser mostradas, no sólo aquí, sino en todo el mundo.

—¿Cuáles para usted la joya que nunca debe faltar en una mujer ibicenca?

—Unos pendientes. Sin duda. Grandes. Como los que yo llevo (risas)

—Ycuandodioel paso, ¿cuánta gente le dijo que estaba loca?

—(risas). Muchas, la verdad. Incluso tenía mucho miedo porque el riesgo era tremendo. Tenga en cuenta que para el primer desfile de mi colección en las emprendadas cambié las estampas de vírgenes por la diosa Tanit o coloqué el cordoncillo en otro lugar. Afortunadamente salió todo más o menos bien.

—Cuandohablade su padre se le iluminan los ojos. Habla con auténtica devoción de él...

—No es para menos. Le admiré y le sigo admirando mucho. Él ha sido mi referente tanto como padre como jefe. Aún recuerdo cuando vivíamos en la casa de Talamanca donde aún está mi madre, y venía todo el mundo a vernos y comer con nosotros. Dejaba bastante manga ancha a sus hijos, hasta el punto de que incluso alguno de mis amigos pensó que aquello era como Pacha. Pero eso sí, a las 09.30 horas tenía que estar puntual y sin faltar en el trabajo. Además, me enseñó la importancia de que una empresa sea lo más familiar posible.

—¿Esose puede seguir manteniendo a día de hoy con la crisis que hemos vivido?

—Nosotros lo hemos conseguido. Por ejemplo, trabajamos con un joyero que es muy mayor y que hace la parte más artesanal y delicada. Además, todos los hermanos estamos involucrados de una manera u otra, y por supuesto cuento con gente con la que no sería posible nada de lo que ves. Una de ellas, es María. Además de ser una de mis mejores amigas es la persona que siempre está conmigo para todo. Su apoyo es básico.

—¿Y sus hijos? ¿Ellos como ven esta profesión?

—Bueno de momento la mayor, Elisa, ha decidido seguir por otro camino. Tiene 22 años, es periodista y ahora estudia Relaciones Públicas en París. La admiro muchísimo porque es muy valiente al vivir en primera persona y al pie del cañón todo lo que ha sucedido.

—¿Yel menor? Marc, ese sí que tiene madera de artista...

—(risas). Totalmente, tiene 14 años y le encanta la música. Qué voy a decir yo que soy su madre, pero creo que canta muy bien y de hecho ya ganó el certamen de Jesús tienes talento. Pero bueno, nunca se sabe donde acabará porque también le veo muy interesado por todo lo que hacemos. Es todo un artistazo como su madre (risas).

—Yconla globalización. ¿No ha visto piezas suyas copiadas?

—En alguna ocasión. Al principio me daba rabia pero ahora ya me da un poco igual. Al final lo importante es que hablen de uno. Si te copian es porque haces tu trabajo muy bien.

—¿En serio no le molesta?

—(risas) Algo. Pero si me molesta es por el trabajo que nos lleva hacer cada pieza en comparación con lo que se hace por ejemplo en la India. Nosotros por ejemplo sólo en una cruz tardamos más de una semana.

—Y la última. Topicazo. ¿Cuándo fue la última vez que le dijeron que era una joya?

—(risas) Pues mira. Fue una compañera tuya periodista. Una chica muy maja que vino a la tienda.

LA PREGUNTA

—Innovan pero siempre con la base pensada en la tradición. ¿Siguen comercializando clauers?

—Por supuesto. Todo comenzó cuando un amigo de mi padre que vivía en Santa Gertrudis se la enseñó y le dejó comercializarla. Al principio se puso en duda que el clauer fuera ibicenca pero Marilina Mateu hizo un estudio y demostró que era nuestro. Eso también me animó a estudiar sobre joyería ibicenca y a descubrir que al principio las emprendadas no eran de oro sino de plata y coral porque era lo que había en la isla. Luego, con la llegada de los corsarios se pasó al oro actual. Hoy, incluso, conviven los dos modelos.

EL TEST

Un libro

‘Mil soles espléndidos' del estadounidense de origen afgano Khaled Hosseini.

Una película

Begin Again o Pretty Woman, que la he visto muchísimas veces.

Una serie

Tiempo entre costuras

Un cantante o un grupo

Madonna, Alejandro Sanz o Rosario Flores

Una persona a la que admira

Mi padre

Un color

El rosa pasión

Un plato de cocina

El bullit de peix

Un deporte

Me gusta mucho el deporte. El spinning y nadar en la playa

Un lugar de la isla donde perderse

Sa Caleta, cuando no hay mucha gente

Un viaje que nunca olvidará

Uno que hicimos a Suiza con los dos niños pequeños. Dimos un paseo en trineo que fue inolvidable

Un objeto fetiche

El dios Bes

Una manía

La comida orgánica

Un defecto

Muy exigente

Una virtud

Me gusta mucho ayudar

Un sueño por cumplir

Perderme varios meses en Asia

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