A sus 53 años, hablar de Carl Cox es hablar de uno de los djs más grandes que ha dado la música electrónica en toda la historia. Nacido en Barbados, su relación con Eivissa comenzó en el año 1985 y ahora, 31 años después, afronta su última temporada como residente en la discoteca Space Ibiza. Tres décadas en las que ha visto cambiar la música y la isla.
—¿Recuerda cuándo llegó a Eivissa por primer vez?
— Sí. Vine en julio de 1985 para pasar unas vacaciones junto a mi chica de por aquel entonces y mi hermana. No teníamos mucho dinero y entre todos alquilamos un coche, un Fiat Panda, en el que dormimos durante tres noches en el aparcamiento de Es Paradís porque no teníamos dinero para hospedarnos en un hotel. Aún recuerdo cómo mi novia y yo dormíamos en el asiento trasero del coche y mi hermana delante.
—¿Y cómo acabaron en Sant Antoni?
—Pues un poco por casualidad. No conocíamos la carretera así que condujimos desde el aeropuerto en dirección hacia Sant Antoni hasta que vimos las luces del pueblo y aparcamos allí hasta que nos despertamos con la luz del sol y con mucho calor.
—¿Se quedaron mucho tiempo en el coche?
—Tres días. Luego nos alojamos en un hostal del West End que nos costó ocho euros al cambio, me parece.
—¿Qué discotecas conocieron en aquellos días?
—Bueno, mi hermana nos venía a recoger en coche y nos llevaba de una a otra. Yo quería ir a KU, ahora Privilege, y a Space pero en aquella época aún no estaba abierto así que al final acabamos en Amnesia. Pero como apenas teníamos dinero sólo podíamos ir a comprar una camiseta y volver a Sant Antoni para tomar una Coca-cola (risas).
—¿Recuerdas la primera noche en Space?
—La primera vez que conseguí pinchar en la isla fue en 1991 en Edén y mi popularidad ya era muy alta en ese momento, como ahora. Fue gracias a mi primer álbum. Después, la primera vez que fui a Space fue en 1995 como invitado para promocionar mi disco The F.A.C.T. Recuerdo que pensé: «me han llamado para Space, ¡no me lo creo!». Afortunadamente tanto a Pepe Roselló como a Fritz Pangratz, el manager en aquel momento, les gustó lo que hacía, vieron algo en mí y me llamaron para la apertura y el cierre de la discoteca.
—Y de ahí casi no se ha movido...
—Sí, también solía actuar en la Terraza de Space con BBC Radio 1. Eso sí, luego Fritz y Pepe me ofrecieron la noche de los martes y como en aquel entonces Space solo era popular los domingos fue un gran reto y una gran oportunidad para mí.
—¿Estaba nervioso en su primera noche?
—Sí. Tenía ante mí a 2.500 personas y fue increíble. Eso sí, yo nunca me he visto como un gran dj sino como alguien que pone buena música. Además, nunca tuve la infraestructura que tenía, por ejemplo, Pete Tong, al que todo el mundo conocía. Yo sólo era un chico negro inglés que pincha techno. Afortunadamente Pepe y Fritz creyeron en mí.
—¿Revolucionó los martes de Space?
—Bueno, nunca tuvieron tanta gente. Aún así necesitaban llenar hasta 4.500 personas y lo conseguimos el segundo año. Y después, seguimos aumentando exponencialmente hasta lo que es actualmente.
—Empezó hace muchos años, ¿qué balance hace de los cambios que se han producido?
— He visto muchos cambios tanto en la isla como en la discoteca Space. Aún así la gente sigue viniendo por lo mismo, para divertirse y disfrutar de Eivissa. Eso sí, cuando llegué solo había dos o tres barcos y fíjese ahora.
—¿Qué opina de la Eivissa actual?
—La gente se sigue sintiendo libre y la cultura de aquellos años aún sigue vigente en algunos sitios. Aún así, en algunos lugares se ha perdido la esencia de Eivissa porque ha entrado mucho dinero de golpe. Nunca había entrado tanto dinero como ahora y eso ha provocado que haya gente que se piense que Eivissa es esto y están totalmente equivocados. Es sólo una parte del sistema pero no es el sistema. A mí me gusta venir a la isla a comer en los restaurantes familiares y relacionarme con la gente de toda la vida de aquí.
—¿Qué cosas buenas le ha dado Space?
—Muchas. Si hubiera tocado en Amnesia o en Privilege hubiera sido un simple dj pero Space me dio la oportunidad de formar parte de una familia y parte de su progresión y su éxito. Space no es el único club de la isla pero es muy importante por cómo ha tratado a la gente. Es un club que está más limpio que tu propia casa, está todo cuidado al detalle y todo eso se lo debemos a Pepe Roselló, porque está pendiente de todos los detalles.
—Usted ha criticado en ocasiones la música electrónica, ¿por qué?
—Por culpa de la tecnología y de cómo se hace hoy en día. Ha hecho que la gente se haya vuelto perezosa y solo quiera coger un trocito de aquí y otro de allá para hacer una canción. Llegar a ser un concertista de piano es muy duro y se necesita mucho talento y ahora todo parece que es más fácil juntando distintos samplers. Quien se crea que se puede hacer música en tres horas está equivocado porque es imposible.
—¿Qué va a hacer ahora?
—El hecho de que se acabe Space no quiere decir que no vuelva más a Eivissa. Vendré cada año en verano porque vivo en Australia. Me encanta Eivissa, la gente, su cultura, su comida, y nunca he encontrado un lugar en el que me encuentre tan apasionado.
—¿Piensa que Space podría volver a abrir sus puertas?
—Aunque lo hiciera, nunca sería lo mismo. Sería algo nuevo.