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Kike Sarasola, Empresario hotelero y exjinete olímpico

«Me gustaría abrir en Eivissa el primer hotel de playa de la cadena y llamarlo Tanit»

Kike Sarasola posa junto a la ventana de una de las suites del Gran Montesol. | Toni Escobar

| Eivissa |

Antes de que el exjinete olímpico Kike Sarasola se embarcara en el negocio hotelero, junto a su marido Carlos Marrero y su amigo Gorka Atorrasagasti, tenía claro el concepto que quería llevar a cabo y la filosofía con la que deseaba que los clientes identificaran su hotel, «un sitio de calidad y económico donde se sintieran como en casa». En su mente estuvo siempre la pregunta de ¿qué es lo que querremos encontrar cuando vamos a un hotel? Por eso, su finalidad era crear un producto que ellos mismos quisieran usar. Así nació Room Mate Hotels, como una aventura que comenzó hace años y que, hoy en día y con 23 hoteles del mismo sello, es ya una realidad internacional que continúa camino, pues en los próximos 10 meses inaugurarán siete más, un éxito que parece imparable. Sarasola colaboró este viernes como embajador de la marca Ibiza en la entrega de la insignia honorífica en el evento de Ibiza Luxury Destination.

—¿Cómo un deportista de elite termina decidiendo darle a su vida un giro tan radical y meterse a empresario?

—Fue de casualidad. Yo vivía en hoteles cuando estaba compitiendo, pasaba casi los 360 días al año en hoteles y sabía lo que me gustaba y lo que no me gustaba, entonces, por casualidad, mi marido Carlos, Gorka Atorrasagasti y yo, decidimos montar un hotel juntos tal y como a nosotros nos gustaría. Un hotel bueno, bonito, en el centro de las ciudades y a buen precio; así montamos el primer hotel y resultó ser un éxito. Lo pasamos fenomenal, pero también fue duro porque no sabíamos nada del funcionamiento de los hoteles, aunque todos, por una u otra cuestión, habíamos estado relacionados con ellos. Y así fue como empezó el germen, nos dimos cuenta de que habíamos encontrado la fórmula.

—Existe mucha competencia en este sector. ¿Es necesario diferenciarse desde el primer momento?

—Al principio me decían ‘si ya todo está inventado en hoteles, no se puede hacer nada nuevo', y yo decía mira, lo único que sé es que no encuentro un hotel en el que me gustaría quedarme al cien por cien. Lo que echaba de menos era que si te querías quedar en un hotel bueno de cinco estrellas tenías que gastarte una fortuna y si querías ahorrar o estar en el centro tenías que irte a una pensión. Yo quería algo céntrico, a buen precio y con buen servicio donde te traten siempre con una sonrisa… y eso es lo que hemos creado. El secreto es que no nos hemos movido ni un centímetro de lo que era el primer hotel a lo que es el último, la filosofía es la misma, dentro de las ciudades, la decoración, servicio… No hemos cambiado nada.

—Una filosofía con la que ya se han expandido por todo el mundo, ¿era algo que tuvieran en mente?

—Nunca pensé que Room Mate iba a llegar donde llegó, pensamos hacer un hotel y luego nos dimos cuenta de que la fórmula funcionaba. Lo que tuve claro desde el principio es que me di cuenta de que el negocio iba para adelante y que quería hacerlo en grande e internacional. El mundo hoy en día es global, yo soy internacional desde que salí de Madrid y lo que quería era que fuera un proyecto global.

—¿De dónde surge la idea de ponerle nombre de persona a los hoteles?

—Cuando nos dimos cuenta de que funcionaba contratamos a una agencia buena para enmarcar nuestra filosofía y entre todos cogimos la idea y la fuimos desarrollando, llegando a la conclusión de que la mejor forma de viajar era visitando a un amigo que tienes en la ciudad –ese Room Mate–. Por eso, cada uno de mis hoteles tiene nombre de un amigo ficticio, con una personalidad y una cara, porque lo que queremos es que el cliente se sienta en casa de un amigo. Queremos ser tu cadena de apoyo, tu cadena amiga.

—¿Cuál es la clave del éxito?

—Para mí el éxito es la filosofía que tenemos de atención al cliente, que ahora hacemos hoteles o apartamentos, y a lo mejor el día de mañana hacemos cohetes a la luna, pero manteniendo esa filosofía. Sólo contrato a gente que tiene esa filosofía y el primer síntoma es que sonrían, porque sino no pueden trabajar conmigo. Es fundamental esa sonrisa, la amabilidad, el saber tratar al cliente; es una filosofía de vida distinta ‘tratar a la gente como me gustaría que me trataran a mí'. El éxito de Room Mate es mi equipo, el factor humano es el alma de la empresa, el que ha sabido mantener esa filosofía de atención al cliente.

—¿Para cuándo se plantea abrir uno en Eivissa?

—Pues quedé segundo en la puja por el Montesol y es una pena porque me encanta y he pasado veranos enteros en este hotel. Mis localizaciones son específicas pero bueno, quizá doy una sorpresa, lo estoy buscando, y sí que puedo adelantarte que me gustaría que mi primer hotel de playa que fuera aquí en Eivissa.

—¿Qué nombre le pondría viendo su dinámica de ponerle nombre propio?

Tanit, me lo acabas preguntar y lo acabo de pensar, y es el primero que se me ha venido a la cabeza.

—¿Qué valora en esas localizaciones donde inaugura sus hoteles?

—Cuando hacemos hoteles urbanos lo hacemos en el centro, si pensamos en un hotel de playa ya entrarían en juego otros factores. Pero en las ciudades estamos céntricos, en Madrid estamos en Gran Vía, en Barcelona estamos en Plaça Catalunya, en Nueva York en Times Square...

—¿Qué proyectos tiene a medio plazo?

—Abrimos en los próximos diez meses siete hoteles: dos en Barcelona, dos en Madrid, Rotterdam, Roma, París, Florencia… tengo un equipo fuera de serie, por eso no me sobrepasa el trabajo.

Centrándonos más en la isla, es uno de lo embajadores de la marca Eivissa. ¿Qué relación tiene con la isla?

—Me siento ibicenco, amo esta isla, llevo viniendo desde que recuerdo, tengo casa aquí y paso cada año paso aquí seis meses. Esta isla para mí es tolerancia, respeto, tranquilidad o marcha, siempre le digo a todo el mundo que esta isla lo tiene todo. Ahora está fantástica pero hay que tener cuidado para que no muera de éxito. Eivissa tiene que seguir siendo una isla donde convivan el turismo de lujo, el turismo familiar y el turismo mochilero, cabemos todos. Si nos centramos sólo en el turismo de lujo podría ser un error.

—¿En qué sentido podría mejorar aún más la isla, refiriéndonos de turismo?

—Eivissa se sabe transformar y se reinventa y hay que saber mantener el equilibrio y yo creo que el gran reto es cómo gestiona el éxito. Ya tenemos el turismo de calidad pero hay que saber manejarlo.

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