Los planes de Sovren Ibiza, concesionaria de la dársena de Levante del puerto de Vila y los amarres de los megayates, pasan por ceder al Ayuntamiento de Eivissa el interior del futuro edificio de servicios de es Martell durante la temporada de invierno para organizar eventos públicos como exposiciones de arte o actividades para niños.
Según informaron fuentes de la concesionaria, el edificio, que estará levantado a finales del mes de mayo, abrirá durante todo el año la terraza, a la que se accederá por unas escaleras que arrancarán de la plaza de es Martell y desde donde los ciudadanos podrán contemplar las vistas al puerto y a Dalt Vila.
La concesionaria está barajando la posibilidad de que el Ibiza Light Festival que celebrará su segunda edición en octubre se haga en la parte superior de un edificio que califican de «multifuncional» aunque básicamente se utilizará como sala de exhibición. El edificio además contará con un ascensor para facilitar el acceso a discapacitados y carritos de bebé.
Sovren Ibiza se ha comprometido a respetar el acuerdo entre Vila y APB de no abrir ni restaurantes ni tiendas en el interior del edificio que podría albergar eventos comerciales durante la temporada alta pero que, básicamente, dará servicio a los yates de gran eslora que atracarán en la dársena de Levante. «No venderemos nada más que nuestros amarres y los servicios básicos», aseguraron.
La dársena de Levante tiene capacidad para albergar un total de 16 embarcaciones de entre 60 y 185 metros de eslora y estará operativo a principios de junio cuando está previsto que lleguen los primeros yates. La concesionaria tiene buenas expectativas para esta próxima temporada porque ya cuenta con las primeras reservas.
Por este motivo, las obras de la dársena deberán terminar antes de que acabe mayo una vez terminen los trabajos para rehacer todo el muelle del puerto viejo respetando su tradicional aspecto, incluyendo el fósil que había en las piedras, que volverá al mismo lugar de siempre, y la restauración del cantil.
Por su parte, los vecinos y comerciantes del puerto de Vila destacaron la buena sintonía con la concesionaria de los amarres en la primera reunión mantenida pero lamentaron que las obras hayan empezado hace tan solo unas semanas coincidiendo con la llegada de los primeros turistas de la temporada.
También lamentaron la suciedad que dejan los camiones de las obras de refuerzo del acantilado de sa Penya a su paso por los andenes, por lo que reclamaron al Ayuntamiento que pasen los servicios de limpieza cada dos días por la zona.
Cuando el tráfico marítimo con la Península se hizo insoportable en es Moll, se optó por trasladarlo a Es Botafoch, aún sacrificando la Platja des Duros. A cambio, se recuperaría es Moll para la ciudad. Ahora nos informan que la concesionaria cederá el espacio en invierno, para eventos ciudadanos, cuando debería ser al contrario en base a lo que se acordó, es decir, la ciudad cedería el espacio a una concesión en verano, a cambio de una fuente de ingresos adecuada. Se hace evidente que la reordenación de los usos que se están consolidando no fomenta la revitalización de los barrios históricos de la Marina, sa Riba y sa Penya. Seguirán los inviernos vacíos, con eventos festivos puntuales, pero no se mantendrá una actividad estable, permanente y atractiva que facilite la vida a los residentes.