Un total de 42.911 personas han utilizado el servicio de transporte público en autobús a Cala Salada entre mayo y junio, según ha informado el Consell d'Eivissa. Según los datos recogidos, en junio utilizaron esta línea 15.007 usuarios, un 128,84% más que en 2016 cuando fueron 6.558; y en julio se han contabilizado 26.962 viajeros, un 127,57% más que en el mismo mes del año pasado cuando se registró un flujo de 11.848 usuarios. Este año, además, el servicio de acceso en autobús se puso en marcha en mayo, mes en el que hicieron uso del mismo 942 personas.
La consellera de Territori y Mobilitat, Pepa Marí, y el concejal de Medi Ambient de San Antonio, Pablo Valdés, destacó el balance "muy positivo" del programa Playa Conectada en el segundo año de funcionamiento para Cala Salada. "Buscamos un modelo de movilidad y acceso al litoral alternativo al vehículo privado. La experiencia de Cala Salada está funcionando de forma muy satisfactoria y se está consolidando", afirmó Marí.
El concejal Pablo Valdés señaló que el buen funcionamiento del transporte público va en paralelo a una notable disminución de las incidencias relativas al mal estacionamiento o mal uso del servicio en esta zona. "Somos optimistas porque parece que la regulación del acceso se está consolidando bien. Por otra parte, a la espera del resultado que arrojen los estudios de capacidad de carga que se están elaborando, parece que la regulación de la acceso no ha afectado negativamente al número de usuarios, pero sí ha reducido el impacto medioambiental que estos provocaban y ha conseguido que los bañistas accedan en condiciones de mayor seguridad ", apuntó Valdés.
En las últimas semanas se ha instalado también una pantalla LED alimentada con energía solar para facilitar información sobre el nivel de ocupación del aparcamiento situado en las cercanías de la playa. Al finalizar la temporada se evaluará la utilidad de este sistema teniendo en cuenta las opiniones de vecinos, usuarios y personal de control para decidir si hay que instalar este instrumento en otro punto del itinerario de acceso o bien adquirir nuevas unidades complementarias.
Estos 43.000 más otros tantos que no usan bus no van a Cala Salada, sino a Cala Saladeta. Una pequeña calita, antes maravillosa, sin accesos ni servicios de recogida de basura, ducha ni retrete. Una legión de vendedores ambulantes y una turba devastadora de turistas han convertido la calita en un estercolero de colillas, basura, vasos y pajitas de plástico que han degradado la calidad del agua y de la arena. La masificación descontrolada ha acabado con un antaño bello paraje natural.