Acuden empastilladas a un trabajo que está acabando con sus articulaciones y que les aboca a una tormentosa jubilación, repleta de dolores. El aumento de categoría de los hoteles de la isla les obliga a ser más detallistas y escrupulosas a la hora de limpiar las habitaciones, entre 22 y 24 por jornada laboral. Sus salarios, en cambio, no se ven incrementados a pesar de la escalada de los precios y, en campañas tan boyantes, de los beneficios empresariales. Las ‘kellys' de Ibiza vuelven a reivindicar, un verano más, mejoras en sus condiciones laborales: menos carga de trabajo y jubilación tras 25 años de oficio o bien a los 60 años de edad.
Unas 250 camareras de piso reclamaron ayer en el Parque de la Paz de Vila que se revise el convenio laboral de este colectivo, que integran más de 5.000 trabajadoras en Ibiza. La concentración, organizada en esta ocasión por la empleada Milagros Carreño, puso en evidencia el malestar de unas trabajadoras que no encuentran amparo en las administraciones y que en muchas ocasiones sufren incluso el desprecio de sus superiores, según lamentaron.
«Los empresarios nos exigen más en nuestro horario y el sueldo es el mismo. Ellos quieren más calidad, pero no nos da tiempo. El cuerpo no aguanta ir todo el tiempo corriendo y con tanta carga de trabajo. Te duele el cuello, la espalda… Es horrible. Trabajamos empastilladas. Es penoso trabajar así», sostiene Milagros Carreño, que prefirió no dirigirse en público a sus compañeras porque estaba hecha un manojo de nervios. Fueron voces espontáneas y cánticos de diferentes grupos de trabajadoras los que rompieron el silencio de una concentración en la que se echó en falta más presencia de camareras de piso.
Las encargadas de limpiar las habitaciones y los espacios comunes de los hoteles de la isla piden que se reconozcan como enfermedades profesionales las dolencias asociadas a este trabajo (hernias discales, problemas de rodilla y muñeca...), la eliminación de la práctica de algunos empresarios de externalizar servicios y de suplir a las camareras de piso con limpiadoras, que según los sindicatos perciben un salario inferior, y, por último, reducir a los 60 la edad de jubilación o bien después de 25 años de trabajo.
Las ‘kellys' se quejan de que actualmente tienen que limpiar entre 20 y 25 habitaciones –unas 60 camas– durante su jornada laboral, de ocho horas. Denuncian que acuden al trabajo «empastilladas para aguantar el dolor» y lamentan que en los últimos años ha aumentado un tipo de turista que deja las habitaciones en muy malas condiciones.
Aunque de media perciben unos 1.100 euros netos al mes, no es el aumento del salario una de sus principales reivindicaciones, sino «reducir la carga de trabajo» incrementando el personal de las plantillas, como explicaron varias empleadas. Carreño puntualiza que hace años la figura del mozo de hotel les facilitaba parte del trabajo ya que se encargaban de sacar las grandes bolsas de basura y de llevar la ropa sucia a la lavandería. Ahora, la mayoría de establecimientos han suprimido este tipo de personal, según lamentan, y son las ‘kellys' quienes también se encargan de ejercer estas pesadas tareas.
Muchas de ellas rondan los 50 años de edad y el cuerpo ya les ha dado varios avisos. «Parecemos farmacias ambulantes», sostienen, porque necesitan estímulos para iniciar su jornada laboral y calmantes para aliviar el dolor.
La concentración, que este año no han organizado los sindicatos –aunque sí estuvieron presentes–, contó con el apoyo de formaciones políticas como el PSOE, Podemos, Esquerra Unida y Guanyem. Las camareras de piso, aprovechando su presencia, les imploraron que «hagan presión» y lleven su caso al Parlamento español para impulsar un convenio colectivo que recoja sus reivindicaciones.
Impresiones
Asunción / 26 años trabajando
«Llevo trabajando desde los 19 y tengo 45 años. Nuestro trabajo es a destajo y si acabamos a nuestra hora es un milagro. Yo estoy dobladita de las cervicales y los hombros. El problema es que han reformado las habitaciones y nos han metido más carga de trabajo. Sé que es el trabajo es duro, pero tienen que contratar a más gente. Tomo ibuprofeno y paracetamol a diario».
Anka / 5 temporadas
«Tengo 32 años y ya noto dolor en las cervicales, el hombro, la mano... Trabajar hasta los 67 años puede ser un infierno, las señoras con 60 años están ya hechas polvo. Yo reivindico que tengan en cuenta que hay que tener más gente para trabajar. Piden ir pimpam pimpam, calidad y que lo hagamos rápido. No puede ser todo junto».
Encarna / 45 temporadas
«Me duele todo el cuerpo. Pasé por una etapa mala en la que tuve cáncer pero se ha superado y seguimos trabajando. Pedimos jubilarnos un poco antes porque nos piden muchos años y hasta los 67 haciendo camas y limpiando no vamos a llegar. Tengo 59 y ya no puedo. Yo ya no conseguiré nada, pero por lo menos para los que vienen detrás».
Raquel / 15 temporadas
«Se me duerme la mano. Me despierto entre la noche con mucho dolor en el brazo, en el túnel carpiano, las cervicales... Y luego es que han reformado los hoteles, ponen más cristales, más peso del mobiliario y las camas. Nos han puesto nórdicos y tenemos la espalda hecha polvo. Pero piden el mismo trabajo en habitaciones que requieren más tiempo».
Manuela / 43 temporadas
«Reivindicamos un salario justo, que nos tengan más en cuenta. Tenemos el cuerpo fatal de tanto trabajo y tanto estrés, y al empresario le importa un pimiento si revientas. Lo quiere hecho y punto, si estás mala como si estás buena. Lo primero es que bajen la edad de jubilación porque no me veo arrastrando colchones y canapés con 67 años».
Paqui / 36 temporadas
[Le ayuda a hablar una compañera porque sufrió un infarto trabajando] «Fue de tanto estrés. Y no está reconocido como enfermedad o lesión propia de este trabajo. Además del dolor físico es el emocional, cuando no puedes dar más de lo que das.... Y al final todo es culpa de las camareras de piso cuando hay críticas negativas de los clientes».