La llegada del otoño trae novedades importantes para las Pitiusas, como el cambio en la gerencia del Área de Salud de Ibiza y Formentera, con la llegada de Carmen Santos en sustitución de Pep Balanzat, que dice abandonar por motivos personales. El volumen de pacientes que tiene el Hospital Can Misses merece una gestión firme y transparente, que exija el personal y los recursos necesarios para dar servicio a una población residente creciente que llega a duplicarse en verano. Son muchos los retos que tiene por delante la nueva responsable de la sanidad pitiusa, a pesar de que las cuestiones políticas y lingüísticas estén primando a día de hoy por encima de asuntos de mayor relevancia.
Esta semana también hemos conocido cifras de llegada de pasajeros al puerto de Ibiza y el comportamiento de los mercados emisores de turistas en el aeropuerto de es Codolar. Los muelles de Vila registraron hasta junio 2,7 millones de viajeros, un 7% más que el año anterior. En el aeródromo también se ha experimentado, hasta agosto, un crecimiento del 6,6%. El turismo nacional, con más de un millón de pasajeros, mantiene la línea ascendente de los últimos años. También crece, al 10%, el mercado británico, a pesar de la amenaza del Brexit. La llegada de franceses y holandeses aumenta por encima del 15% respecto al ejercicio anterior, que ya fue de récord en términos turísticos, pero se contrae un 4% el alemán, un nicho de visitantes fundamental para el segmento familiar y la desestacionalización.
Una oferta desmesurada, precios abusivos y la falta de prefesionalidad están detrás de una temporada ‘atípica' en cuanto a beneficios y actividad, a pesar del nuevo récord de visitantes.
La cuestión política y la intervención del Estado en Catalunya mantiene en vilo a la sociedad española y, por supuesto, también a la pitiusa. El clima se está crispando a medida que se acerca el 1-O y, para nuestra desgracia, la sociedad se está polarizando entre quienes aplauden la prohibición del referéndum y la detención de sus responsables políticos, y la de quienes defienden la posibilidad de votar o, en último extremo, la autodeterminación de este territorio. De lo que no hay duda es que se ha de llegar a una solución pacífica y democrática, adoptada con el mayor consenso y apertura de miras posible.