«Esto es demencial. En tres sitios ya me han negado el alquiler porque tengo niños. En ses Païsses y en Vila. Todo va bien hasta que dices que tienes hijos. Me han dicho que aceptan perros, pero no niños. Llegaríamos a meternos en un piso de una habitación, pero el panorama es catastrófico». Son palabras de Joaquín, un vecino de la isla que en cuestión de diez días se quedará en la calle junto a su mujer, Carmen, y sus tres hijos, dos pequeños de 10 y cuatro años y un bebé de tan sólo siete meses.
En febrero, estando Carmen en su último mes de gestación, la propietaria del piso donde Joaquín vive desde 1999 les comunicó que no les renovaba. El contrato expiraba el día 15, pero les han dado un margen hasta final de mes.
«Mi marido es de Ibiza. Trabajamos de temporada y con tres niños podemos alcanzar a pagar unos 800 euros por un alquiler. Hasta ahora veníamos pagando 400 euros, pero la dueña nos han dicho que quiere el piso», relata apesadumbrada la joven, que hace hincapié en que al obstáculo que suponen unos precios «manifiestamente abusivos» se suma el hecho de que «parece que quieran una isla sin niños». Así, la pareja narra los «enormes problemas» que están encontrando para encontrar un alquiler por el hecho de tener niños.
La ley de la jungla
«Es muy triste y lamentable que la isla esté expulsando a sus hijos», lamenta el joven de 31 años y nacido en Ibiza. «Los dos somos fijos discontinuos. En cualquier otra parte no tendríamos problemas de vivienda, pero lo que está pasando es una auténtica locura», subraya la pareja, que de forma inminente deberá abandonar su actual casa.
Los dos trabajan de temporada y cubren el resto del año con el subsidio por desempleo o una ayuda social por lo que no pueden afrontar un alquiler que vaya más allá de los 800 euros. «Esa cantidad -800 euros- ya es casi un imposible para nosotros porque hay que sumarle otros gastos como la luz o el agua, un dinero al que hay que añadirle los gastos de tres niños pequeños», explica el joven visiblemente afectado por la incertidumbre y contrariado por el «gravísimo problema que se ha generado y fomentado en la isla por la vivienda. Aquí no hay reglas y la situación se ha ido de las manos. Para la inmensa mayoría es inviable tener que adelantar unos 3.000 euros sólo para entrar en una casa de alquiler. Hay sitios donde ya te cobran la comunidad o la basura y el remate a esta locura es que no tengas niños pequeños. La desesperación es tal que a una propietaria que admitía mascotas, pero no niños, le dije que probaría de ponerles rabito y enseñarles a ladrar», señala Joaquín, entre el sarcasmo y la indignación.
La pareja lleva buscando una vivienda desde hace ocho meses y, en este tiempo, también estuvieron a punto de ser víctimas de una estafa. «Contactamos a través de una web con un señor que estaba en Suiza y que nos pedía 2.025 euros por adelantado. No nos daba muchas garantías y todo apunta a que era un engaño», señala la joven, quien no logra comprender cómo se ha llegado a esta situación. Él, nacido en Ibiza, advierte el descontrol y la proliferación de los realquileres. «No hay reglas y al final acabas viendo gente durmiendo en balcones y las conocidas como ‘camas calientes'», lamenta.
En su día, acudieron a los servicios sociales de Sant Josep y de allí les derivaron al Ibavi, «pero nada». También sondearon la posibilidad de comprar una vivienda pero «te piden una entrada imposible para nosotros». Como posible alternativa buscan algo de media temporada y Joaquín hace un llamamiento a las administraciones para que pongan remedio a esta problemática.