El MACE acogió ayer el acto de entrega de la Medalla de Honor 2018 a los pintores Rafel Tur Costa y Erwin Bechtold, convocado por la Conselleria de Cultura, Participació i Esports y la Reial Acadèmia de Belles Arts de Sant Sebastià de les Illes Balears. El acto contó con la presencia de los dos galardonados y los ocho académicos de la Reial Acadèmia de Belles Arts de Sant Sebastià de les Illes Balears; la Consellera Balear de Cultura, Fanny Tur; el Conseller de Cultura de Ibiza, David Ribas; el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Eivissa, Pep Tur y distintas autoridades y destacadas personalidades de la cultura ibicenca.
Josep Prohens, presidente de la Acadèmia, destacó en su discurso que era muy significativo «que por primera vez la academia se trasladase a otra isla para entregar unos premios» y que fue una «grata sorpresa» que no solo estuvieran de acuerdo todos los académicos sino también el apoyo que les había dado el Govern de les Illes Balears y muy especialmente la Consellera de Cultura Balear. Además, hizo un recorrido detallado por las obras y biografías de los premiados. De Tur Costa resaltó que es «un referente del arte de la segunda mitad del siglo sigo XX en Ibiza» y a Bechtold lo definió «como uno de los artistas de voz más poderosa de entre todos los artistas de la isla».
Tur Costa en su intervención habló principalmente de las circunstancias del arte contemporáneo que tuvieron lugar en la isla a principios del siglo pasado, «desde la llegada de los primeros artistas atraídos por la belleza de la isla y sus condiciones de vida extremadamente baratas», pasando por la unión a finales de los años 50 de varios artistas de «ideas estéticas avanzadas que formaron un grupo denominado Ibiza 59», hasta «la formación de un grupo de artistas ibicencos de tendencias más conservadoras llamado grupo Puget, lo cual provocó la apertura de diversas galerías de arte que creó un ambiente cultural de gran valor para el desarrollo del arte en la isla». Finalmente, recalcó «la gran labor en el mundo de la enseñanza de niños en varios colegios y después en su propia academia» realizados por su esposa Anneliese Witt, que fue una artista que llegó a la isla con un grupo de alumnos de la Escuela de Bellas Artes de Berlín.
Por su parte, Bechtold realizó un discurso más breve pero no menos carente de significado y emoción, en el que agradeció a toda la Academia su labor por «respetar y reconocer el resultado de sus trabajos».