Greenpeace se sumó ayer a la campaña de la Alianza Mar Blava en contra del proyecto de sondeos acústicos Med-Salt 2 entre Ibiza y Mallorca y pidió que el Gobierno central lo descarte, fije una moratoria y prohíba de forma absoluta las prospecciones en aguas españolas.
El Ministerio de Exteriores publicó en el BOE en abril el inicio de procedimiento de evaluación de impacto ambiental del proyecto ‘Uncovering the Mediterranean Salt Giant (MEDSALT-2)' promovido por el Instituto Nazionale di Oceanografía e di Geofisica Sperimentale de Trieste (Italia) en el área marina entre Ibiza y Mallorca y al sureste de Ibiza y Formentera.
Si bien el proyecto se plantea como una investigación del subsuelo salino, el responsable de campañas de Greenpeace, Julio Barea, advirtió en una rueda de prensa que «es evidente que lo que se está buscando son futuras reservas de petróleo».
Barea denunció «el camuflaje científico de la Universidad de Trieste» de esta iniciativa y recalcó que la zona del mar balear donde se plantea «es de altísimo valor ecológico», linda con el Parque Nacional de Cabrera y la posible futura reserva de cetáceos.
También aseguró que el Gobierno debería bloquear este proyecto y «aprobar una ley de prohibición absoluta de las prospecciones» como la vigente en Francia. «En el ‘golfo pérsico' de las energías renovables, como es el estado español, es lamentable que todavía estemos hablando de realizar prospecciones», criticó.
Según el responsable de campañas de Greenpeace, los expertos advierten de que «no se deberían tocar» tres cuartas partes de las reservas conocidas de hidrocarburos y en explotación actuales, con lo que «mucho menos Éstas que ni siguiera se sabe si están».
El coordinador de la plataforma balear Alianza Mar Blava, Carlos Bravo, recordó que el proyecto supondría hacer sondeos acústicos mediante una tecnología «de comprobado impacto muy negativo para la fauna marina y las pesquerías».
Utilizaría cañones de aire comprimido que generan impulsos sonoros de gran intensidad, equivalentes a entre 10.000 y 100.000 veces el ruido de un motor a reacción, algo que «genera impacto sobre todo tipo de fauna», señaló Bravo.
Además de causar «daños irreversibles» a los cetáceos -con especies protegidas como los cachalotes y los zifios-, además dañan «al plancton, a los invertebrados y a los peces, porque se ha comprobado la reducción de capturas donde han hecho prospecciones con cañones de aire comprimido».
Bravo ha subrayado que estos datos los reconoce el Gobierno, ya que en 2016, cuando se solicitó la evaluación de impacto ambiental simplificada para este mismo proyecto, el Ministerio de Medio Ambiente la denegó por potenciales impactos medioambientales negativos.
Según Bravo, el interés de los sondeos es descubrir la fluidez de los depósitos de hidrocarburos atrapados en las formaciones salinas.