Pedro García Aguado (Madrid, 1968) es un exjugador profesional de waterpolo, medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996 y presentador muy versátil de diferentes programas de televisión. Su estancia en Ibiza para participar en la primera jornada ‘Vivir sin tabaco' que se celebra en la isla durante estos días, bien merece una entrevista en la que el exwaterpolista hablará sobre cómo superó la adicción que tuvo a las drogas, así como las diferentes formas de prevención para evitar «engancharse» a sustancias como el tabaco.
-¿Cómo van a abordar la primera jornada ‘Vivir sin tabaco' que se celebra en Ibiza?
-Mi historia tiene que ver con la recuperación o rehabilitación después de haber estado muy en contacto con drogas y haberme convertido en un adicto. Hablando del tabaco, podemos decir que es la droga legal que a más personas tiene enganchada.
-La más aceptada también, ¿no?
-Sí, es la que más aceptación tiene socialmente hablando pero que tiene sus consecuencias. A la larga, o no tan a la larga, su consumo provoca cáncer, aparte de otras enfermedades. Entonces, naciendo de esa definición de droga legal, hablaré de mi historia y mi relación con el consumo de drogas, el deporte y sus valores, y como haber estado en contacto con esas drogas, hizo que no pudiera disfrutar de una vida aparentemente exitosa como es ser deportista de élite.
-El hecho de que el tabaco sea una droga legal, ¿la hace más peligrosa que otro tipo de drogas ilegales, como pudiera ser la cocaína?
-En ese caso, hablamos de la conciencia de riesgo. Claro, una persona puede pensar que si es una droga legal debe ser o más inofensiva o más blanda, porque, si no, el Gobierno no la regularía, ¿no? No la legalizaría. Por eso se concibe con menos riesgo. Por lo tanto, igual que el alcohol, tienen el riesgo de ser percibidas como drogas inofensivas.
-La ley que aprobó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, más conocida como Ley antitabaco, que regula y limita su consumo en ciertos espacios públicos de uso colectivo que no estén al aire libre desde el 2 de enero de 2011, ¿ha provocado un descenso en su consumo?
-No es solo el hecho de no poder fumar en espacios públicos. Eso se añade a otros factores. El precio del tabaco va en aumento, por lo que ya no es tan fácil adquirir tabaco, la campaña de desprestigio del fumador, el aviso en las cajetillas de las enfermedades tan graves que provoca, que ya no existen anuncios de tabaco… Antes el tabaco se relacionaba con éxito y glamour y ahora es todo lo contrario. Un ejemplo de ello son las películas, donde antes los protagonistas atractivos aparecían fumando, caso de Humphrey Bogart. También pasaba con los papeles que hacían las actrices. Ahora, en cambio, los que fuman son los antagonistas, como por ejemplo los delincuentes. Estas campañas de desprestigio también afectan a los hábitos de consumo. Por eso ha descendido el consumo del tabaco.
-Pese a que en España es ilegal fumar si eres menor de edad, los adolescentes consiguen tabaco con cierta facilidad y muchos de ellos empiezan a fumar entre los 12 y 17 años. ¿Qué les diría?
-Con 18 años eres mayor de edad y, por tanto, sí puedes comprar tabaco, pero no se puede vender a menores de edad. Por tanto, ahí se está cometiendo una ilegalidad: vender tabaco a menores. De acuerdo que ellos son muy listos, como hemos sido todos en esa época, nos saltamos la ley y pedimos a un mayor que vaya a comprar o vamos a establecimientos donde se saltan la norma. Habría que actuar en ese tipo de establecimientos. A nivel personal, a un menor le explicaría las razones por las que empieza a fumar, que son varias. Ser aceptado en un grupo, parecer mayor de lo que es, la sensación de transgresión… Lo único que podría decirle es que se quisiera un poco más, se respetase y se valorase. Y, sobre todo, con respecto a su salud. Pero, ¿qué ocurre? Es ineficaz cualquier prevención. Ellos te dicen que son jóvenes, todavía no les afecta, dicen que el cáncer se desarrolla en unos 40 o 50 años de consumo, y con lo cual de momento pueden fumar. Y luego te dicen: «lo dejaré cuando quiera». Con lo cual, lo único que puedes decirles son verdades, que son que afecta a tu salud, es malo para tus pulmones, te puedes enganchar (que es lo que ocurre en la mayoría de los casos), por lo tanto «no lo dejarás cuando quieras» sino cuando sigas un tratamiento y además qué peor que no te quieras lo suficiente como para respetar tu cuerpo. Pero es ineficaz, ¿eh? Lo he vivido en mis propias carnes, tengo dos hijas y una fuma.
-Entonces, ¿no hay mayor riesgo si percibes el acto de fumar como algo normalizado en tu entorno?
-Sí, hay factores de riesgo y protección. El factor de riesgo es el consumo en el ámbito del hogar, pero igual que con el tabaco sucede con otras drogas como el alcohol o la marihuana. La marihuana está siendo muy socializada y aceptada también. Pero no es condición sine qua non, ¿eh? Yo no fumo y mi hija pequeña fuma con 17 años.
-Mientras que sobre el tabaco se percibe un mayor rechazo social, no ocurre lo mismo con el alcohol, que está más aceptado socialmente.
-Llegará un momento en que uno dejará de tomar alcohol, pero lo que no se percibe es que tomándolo está comprando números para volverse adicto. Pero no todo el mundo se vuelve adicto, claro.
-Pero, ¿en qué grados de consumo de alcohol uno se puede convertir en adicto o dependiente?
-Muy buena pregunta. No hay una cantidad exacta. Sí que hay una especificación en unidades de alcohol con la que entrarías en una situación de riesgo. Estaríamos hablando, lo que llaman los expertos, unas 8 unidades de alcohol al día (ocho cervezas o copas de vino). Un solo cubata incorpora ya esas ocho unidades. Hay que hacer una gran distinción entre el vino y la cerveza, que son alimentos pero que conllevan etanol en su composición (entre un 4 y un 12 por ciento) y los destilados, que llevan desde un 30 hasta un 80 por ciento de etanol. Por tanto, tenemos alcoholes fermentados y destilados y el porcentaje de etanol es el porcentaje de droga que contiene la bebida.
-Por tanto, no es lo mismo beber cerveza o vino que un gintonic, por ejemplo.
-Claro. Pero la cuestión también es por qué lo bebes. Esa es la gran diferencia. Una cosa es beber dos vasos de vino o cerveza porque me encanta su sabor y disfruto de ello y soy un entendido. O de las ginebras o los whiskys, da lo mismo. Y otra cosa es beber para buscar la sensación del colocón. Lo que coloquialmente llamamos «el puntillo». El uso que hacemos de la droga puede determinar que te vuelvas o no adicto. Porque para buscar esa sensación hay que ingerir más cantidad.
-Hablando de lo que comentaba sobre la marihuana, es cierto que cada vez está más aceptada. Hay varios países que la han legalizado, así como varios estados de los Estados Unidos. Ya sea para uso medicinal o recreativo. ¿Cree que eso puede conllevar a que su consumo se normalice al nivel del alcohol y el tabaco?
-Hay que mirarlo desde varios puntos de vista. La respuesta es sí, evidentemente puede haber un aumento del consumo y, por tanto, un problema de salud pública, como ya lo hay con el tabaco y el alcohol. Se habla poco de eso pero lo hay. Para el tabaco ya hay tratamientos que los paga la Seguridad Social a través de la sanidad pública, aunque para el alcohol todavía no se ha conseguido. Con la marihuana podría pasar algo similar, que con su normalización se perciba como algo inofensivo. Entonces, ¿por qué se legaliza? Porque es un negocio. Y detrás de la marihuana hay un lobby importante. En la revista Forbes puedes leer la cantidad de dinero que genera, ya sea por consumo, por el uso de la marihuana terapéutica o por derivados de ella. Por eso algunos países ceden a la presión de legalizar este tipo de drogas. Por otro lado, mi opinión es que si legalizas drogas y asumes que vas a tener un problema de salud pública, debes gravar la sustancia mediante un tipo impositivo alto, como ocurre con el alcohol y el tabaco. Si destinas recursos a través de los impuestos que generarán las ventas para ayudar a las personas que desarrollen enfermedades por su consumo, puedes paliar el coste que ello generaría a la sanidad. Si no, no legalices nada.
-Entonces, hablando de este tipo de drogas blandas, ¿la clave puede estar en el papel que las administraciones hagan concienciando sobre su consumo? Así como en conocerse a uno mismo y establecer límites.
-La concienciación viene desde el inicio. ¿Qué es droga? Droga, según la Organización Mundial de la Salud, es toda aquella sustancia que una vez ingerida por el organismo es capaz de alterar una o varias funciones del mismo. Es capaz de alterar la toma de decisiones, así como modificar el comportamiento. Basándonos en esta definición, las personas pueden decidir si quieren o no consumir una droga, ya sea legal o ilegal. Y asumir los riesgos que tiene el consumo de esa droga. La concienciación viene cambiando el pensamiento, es decir, no porque sea legal no va a tener consecuencias. No por tomar moderadamente no te va a pasar nada. Uno de los factores de riesgo de los que no se habla en prevención tiene que ver con la personalidad, la genética y una serie de factores que no pueden controlar si a la tercera copa, al segundo porro o al primer cigarro te vas a volver adicto. Son una serie de factores que no se manejan de forma voluntaria. Con lo cual, yo diría que si consumes drogas, esperemos que no seas del porcentaje de personas que existe con una personalidad adictiva. Porque la sensación que te va a provocar la vas a querer repetir. Una vez que empiezas a repetirlas y desarrollas tolerancia, ya estás perdido. Tolerancia es, «necesito tomar un poco más para encontrar aquella sensación». Por eso hablo de la distinción entre saborear o buscar el colocón. Y la mayoría de los jóvenes buscan el colocón para divertirse. Ahí está la concienciación buena. No hablar de prohibir o de los beneficios de tomarse dos copas al día. Hay que ser consciente de que si consumes alguna droga, hay un pequeño porcentaje de personas que sí o sí se volverán adictas. Y eso no siempre depende de las cantidades, ni del entorno social, ni de la fuerza de voluntad o de otras muchas cosas. A cada persona le afecta diferente.
-¿Cuál es el papel del deporte y sus valores en todo ello?
-Los valores del deporte, lo dice un campeón olímpico que pasó 13 años en el deporte profesional, a mí no me sirvieron para no consumir. Sin embargo, sí me sirvieron para más adelante recuperarme y utilizar todos esos valores para poder ayudar a otros. Sí que es cierto que mientras estás haciendo deporte estás en un entorno alejado de drogas, pero cuando acabas esa práctica deportiva tienes que tener en cuenta cuáles son las decisiones que tomas. Yo, después de cada partido y celebración, consumía alcohol. Mi recomendación es que si eres deportista no celebres con alcohol. Celebra tu éxito pero hazlo sin alcohol.