«Llevo seis años sufriendo un auténtico calvario y sólo reclamo que se haga justicia. Perdí un trozo de cerebro y llevo una placa en la cabeza. El caso está estancado en los juzgados y no he recibido ningún tipo de indemnización. Reclamo un resarcimiento provisional de 150.000 euros porque desde aquel fatídico 29 de julio de 2012 mi familia está corriendo con todos los gatos». Es el llamamiento que hace el joven Andrea Nardi a la justicia. En julio de 2012, cuando tenía 20 años, este joven italiano fue víctima de una brutal agresión en las inmediaciones de una discoteca de Sant Antoni, una agresión que le dejó secuelas de por vida.
Seis años después de los hechos y cinco de la vista celebrada en el juzgado de Instrucción número 1 de Ibiza, Nardi denuncia que el caso no avanza y que ya no puede afrontar los gastos médicos y judiciales. El joven recibió un puñetazo que le causó lesiones muy graves. De hecho, los neurocirujanos de la Policlínica tuvieron que retirarle un trozo de cráneo para aliviar la presión sobre el cerebro, ya que el golpe le provocó una hemorragia intracerebral. La agresión se produjo en las inmediaciones de un local de la avenida Doctor Fleming.
Once días en coma
Andrea, que vive con sus padres en Nepi, cerca de Roma, estuvo en coma durante 11 días y fue trasladado en un avión medicalizado a su país. La Guardia Civil identificó y localizó al presunto autor de la agresión, un británico de 28 años que había huido al Reino Unido horas después de los hechos y que fue arrestado y trasladado a España en enero de 2013.
Durante su comparecencia en la vista oral, Dean M., acusado de un homicidio en grado de tentativa, reconoció los hechos. El británico trabajaba como relaciones públicas en una discoteca, pero durante el juicio se alegó que la agresión se produjo fuera del horario laboral.
«En todo este tiempo nadie se ha hecho cargo de la indemnización. El informe médico que me hicieron en Italia refleja una minusvalía del 59 por ciento, la clínica de Ibiza donde me intervinieron me reclama 47.000 euros, pero nadie tiene en cuenta mis necesidades», lamentó el joven que ahora tiene 26 años y necesita de la ayuda de una persona para el día a día por unas secuelas que le provocan problemas de epilepsia.
«Me destrozaron la vida y parece que no le importa a nadie», lamenta Nardi, quien en su día reclamó por vía judicial una indemnización de 600.000 euros.