Como viene siendo tradición, Melchor, Gaspar y Baltasar desembarcaron ayer por la tarde en el muelle de Sa Punta de Santa Eulària, junto a la Escola Municipal de Vela, desde el barco que partió del lejano Oriente y que ha ido realizando paradas a lo largo y ancho de la costa para visitar a sus mas leales seguidores, los niños y niñas. Hacia las 18.00 horas de la tarde de ayer, sus majestades de Oriente descendieron de la embarcación, especialmente iluminada, ante la mirada de todos los curiosos que se habían desplazado desde todos los rincones del municipio y que siguieron a la comitiva real de 100 personas para disfrutar del único día en el que los Reyes Magos se dejan ver.
Y así fue como las tres carrozas encabezadas por la del paje y seguidas por el carro del cartero real y la de regalos emprendieron la marcha hasta la calle de Sant Jaume, donde hicieron un parón para rendir homenaje al pequeño niño Jesús en la capilla de Lourdes y reanudar la marcha hasta llegar a Plaza España, también conocida como plaza del Ayuntamiento.
Niñas y niños de toda Santa Eulària se amontonaron alrededor de la comitiva real para no perder de vista los 700 kilos de caramelos (aptos para celíacos y alérgicos a la leche y al huevo) repartidos y no dejar ni uno de ellos a los ratolins. Para ello, cada pequeño se las ingenió para poder reunir los máximos dulces posibles, pero con moderación. Es el caso de Judith, Tánit e Ivet, que sabían que «no podían coger tantos», pero decidieron que la mejor manera de beneficiarse de las golosinas era trabajar de forma cooperativa: «Si somos tres, pues cogemos nueve caramelos y luego los repartimos, por ejemplo». Del mismo modo, estas tres niñas no discriminan en cuanto a que Rey Mago prefieren: «¡Nos gustan lo tres por igual!», exclamaron.
Niños, música temática y mucha, mucha iluminación protagonizaron la cabalgata de la Villa del Río. Juegos de mesa, un karaoke o una bici para «llevar a mi hermana», tal y como explicó Judith, son algunos de los regalos que esperan recibir algunos de los niños presentes ayer en el desfile más mágico del año. Pero también les gusta disfrutar de las sorpresas y vivir la incertidumbre de no saber qué se encontraran. Alejandro lo tenía claro y quería un futbolín «porque juego al fútbol» y también tenía claro cuál es su Rey Mago favorito: «Baltasar», al que le dejaría galletas y leche como recompensa por los regalos. Nil es muy pequeñito todavía, pero ya vivió con entusiasmo la aparición de sus Majestades y la noche de ayer sabía que le esperaban regalos, por lo que dejaría en su casa «mandarinas» para ellos, una opción muy saludable.
Una vez en la plaza del Ayuntamiento, que aglomeró a un millar de personas, los tres Reyes Magos hicieron lo que mejor saben hacer: entregar regalos a los más pequeños, que hacían cola junto al escenario para recibirlos con los ojos brillantes de la emoción al poder ver tan de cerca a Melchor, Gaspar y Baltasar.
Este año el recorrido lució como nunca gracias a la nueva zona peatonal de la calle Isidor Macabich, que permitió el desplazamiento de la gente y llenó de gente un desfile protagonizado por la luz. Una noche larga para los padres y madres y muy mágica para los niños, donde los primeros pueden volver a sentir por un instante la inocencia y los segundos la emoción en un día del año diseñado especialmente para ellos.