Ojalá todos los entierros fueran así de divertidos. Seguro que a todos nos iría mucho mejor y veríamos la vida de otra manera». Estas palabras de Pepi, una residente del barrio de Es Clot, escuchadas junto al local de la asociación vecinal, en la calle Agapito Llovet de Ibiza, reflejan perfectamente lo que es el entierro de la sardina.
Un año más y hay muchos que ya han perdido la cuenta este particular entierro volvió a estar organizado por los miembros de esta asociación de vecinos de Ibiza. Participaron medio centenar de ellos, en su mayor parte mujeres plañideras, que una vez más recorrieron las calles de riguroso luto llorando a lágrima viva ante la mirada estupefacta del público que se cruzaba con ellos e inmortalizaba el momento con sus teléfonos móviles.
Junto a ellas también dejaron el listón muy alto los miembros de la banda de música, los encargados del estandarte y las antorchas – Vicente Casamayó, Isidoro, Paco Martínez, Pepe Chaves y Alfonso – el divertido alcalde – Antonio García – y el obispo y su monaguillo – Manuel Castillo y José Lara –.
Sin embargo un año más la gran protagonista de la jornada fue la sardina. Los encargados de construirla, de forma totalmente artesanal, volvieron a ser los miembros de la asociación Basilio y Toni quienes guardaron el misterio sobre su temática y forma hasta el último momento. Cada año es distinta y si en ediciones anteriores fue una raspa para simbolizar la crisis, se llamaba Valentina para simbolizar el día de los enamorados, o Letizia, el año en que se casaron los actuales reyes, en esta ocasión fue bautizada como Coletas. El motivo fueron los simpáticos flecos de color verde que colgaban del lateral de su hermosa estructura plateada, junto a sus saltones ojos y sus llamativos labios de color rojo intenso.
90 kilos de sardinas
La comitiva tardó unos veinte minutos en pasear por las calles adyacentes al local de la asociación y entrar en el Parque de la Paz, donde les esperaban numerosos vecinos.
Muchos ya habían ocupado las sillas frente al escenario para seguir las actuaciones mientras que otros se agrupaban teléfono en mano para captar el momento. El resto se arremolinaba en torno al olor de las primeras sardinas que ya empezaban a asar los operarios del Ayuntamiento de Ibiza. En total, según el presidente de la Asociación de Vecinos de Es Clot, Pepe Pérez, este año se repartieron gratuitamente unos 90 kilos, siempre con el consiguiente trozo de pan.
Esto se ha convertido en una tradición en Ibiza y son muchos los vecinos que ya lo saben y acuden puntuales a su cita. «Tienen muy buena mano, y entre que son sardinas frescas y de buena calidad, da gusto venir a tomar una ración gratis», aseguró Joel, un ecuatoriano vecino de la zona que ya lleva viniendo varios años junto a su familia. Lo mismo que Cati, también una fija de la cita ya que viene desde hace años con su familia. «Está muy bien porque antes de que se hiciera el entierro de la sardina y otras cosas el barrio estaba bastante abandonado y ahora, después de muchos años, podemos presumir de ser de Es Clot», aseguró con una gran sonrisa mientras cargaba como podía con cuatro platos de sardinas.
Y es que esta cena se convirtió en el complemento perfecto para disfrutar con los números musicales y de baile de los miembros de la Asociación de vecinos de Es Clot y del conocido músico cubano Ricardito. Canciones de toda la vida para mover el esqueleto y divertirse que concluyeron, como ya es tradición, con la quema de Coletas. Señal de que el carnaval se termina en casi toda España menos en Ibiza, ya que aún queda la rúa del sábado por la mañana en Sant Jordi.