Era la mañana del 10 de Julio y Joss venía de camino. Sobre las 9.00 horas, Ana Lucía Castaño González comenzó con contracciones.
A las 11.00 horas, una amiga que le acompañaba en su casa, llamó a su pareja, Enrique Villalba Escandell, ya que las contracciones empezaban a ser más seguidas. El futuro papá se desplazó rápidamente del trabajo al domicilio.
Cuando el hombre llegó, la amiga se fue y el hijo mayor de la pareja también se marchó con su tía. Mientras se preparaban para ir al hospital «empezó con las contracciones más fuertes y decidimos volver a llamar a nuestra amiga», detalló Enrique.
Cuando Ana Lucía se estaba vistiendo, rompió aguas y según recordó, dijo: «no puedo salir de casa, lo noto que está saliendo ya».
Llamaron al 061y el medico a escuchar a Ana Lucía de fondo gritar, diagnosticó que el parto estaba demasiado próximo para que llegara a tiempo una ambulancia y por lo tanto él debía ayudar a su mujer a dar a luz.
Enrique resaltó que «no oía nada por teléfono porque mi mujer estaba gritando y me tuve que ir a la habitación, momento justo en el que llegó nuestra amiga y se encontró con la situación», recordaron entre risas.
Nervios y emoción
En el momento que llegó la amiga de la pareja, Enrique le paso el teléfono para que le transmitiera las pautas del médico, y él se puso manos a la obra.
Según explicó a Periódico de Ibiza y Formentera, «cuando me asomé ya se le veía la cabeza, le giré la cabeza hacia abajo y lo empujé hacia el trasero de la mamá y salió».
«En seguida ella me gritó eufóricamente ¡dámelo, dámelo! y se lo puse encima del pecho», exclamó emocionado, reconociendo que también hubo algún momento de temor: «al principio me asusté un poco porque estaba un poco azul, pero pronto empezó a llorar y ya supe que estaba bien»
El parto fue muy rápido, apenas duró 5 minutos. Después esperaron a que llegara la ambulancia y los sanitarios para cortar el cordón umbilical, dar asistencia medica a la mamá y comprobar las constantes vitales del recién nacido.
La mamá apuntó que «en el momento que estaba sucediendo no me lo creía que estuviera pasando esa situación en mi cama y todo tan rápido». «No me dio tiempo a preocuparme», añadió.
Ahora, después de este parto totalmente natural, sin anestesia y con la única ayuda de su marido, la amiga y un médico al teléfono; aunque sintió mucho dolor, reconoció que si hay un próximo bebé le gustaría si fuera posible, volver a parir en su casa, también de forma natural sin epidural.
Su pareja Enrique no piensa igual, a pesar de haber sido una experiencia «emocionante e inolvidable», comentó que está más tranquilo si su mujer está en un hospital atendida por médicos.
Ahora la pareja, sumergidos en una inmersa felicidad, recuerdan la aventura con exaltación, emoción y orgullosos de haber traído al mundo a su hijo entre los dos.