El colegio de Santa Agnès rompe con los esquemas de la educación pública. Alejados de la masificación de otros centros educativos de Ibiza, las tres aulas de este colegio unitario las llenan este curso tan solo 34 niños y niñas.
Tienen entre tres y doce años y estudian distintos niveles de Infantil y Primaria, sin embargo, muchos comparten clases y juegos. «Es una forma diferente de educar. Aquí el trabajo en equipo no tenemos que enseñarlo. Todos juegan con todos», explica Teresa Marí, directora del centro escolar.
Las clases se dividen en Infantil, con los niños de 3 a 5 años, 1º y 2º de Primaria y una tercera aula con los estudiantes de tercero a sexto.
Angels, profesora de los alumnos de primaria asegura que esta educación es «mucho más próxima, conoces a los alumnos mejor y puedes hacer una enseñanza más personalizada».
El árbol del curso
Ayer, en su primer día de clase tras el verano, mayores y pequeños tenían una tarea común: hacer el árbol del curso. Así, según explicaron Gaya y María, dos de las alumnas mayores, «cada uno recorta una hoja y en ella, junto a su foto, escribe qué es lo que le gustaría de este curso». «Hemos escrito que nos gustarían más excursiones y también más horas de fútbol para los chicos en el patio», decía Gaya, «porque a mi hermano le gusta mucho el fútbol y estoy de acuerdo en que tengan dos días para jugar», apuntaba.
Su hermano es algo mayor que ella, pero comparten aula. «Tenía ganas de volver al colegio para jugar», comentaba Cirio.
Los más pequeños dedicaron el tiempo a colorear las hojas, recortar y pegar sus fotos. «Muchas veces les ayudamos. Nos divierte estar con los pequeños y enseñarles cosas», contaba otra de las estudiantes.
Aunque aseguran que les gusta su colegio y tenían ganas de «seguir aprendiendo cosas», la mayoría coinciden en que «se estaba muy bien de vacaciones».
La alegría de reencontrarse con los compañeros el primer día de clase, se empañó a primera hora, al encontrarse un pupitre vacío dentro del aula.
El niño de 11 años que perdió la vida en Ses Païses este verano estudiaba en este colegio. «Se ha hecho una asamblea en la que hemos hablado del tema y los niños han decidido hacer un pequeño homenaje a su compañero en su mesa, que ha quedado vacía», explicaba la profesora. Así, durante la mañana el pupitre se iba llenando de «dibujos, dedicatorias o juegos que recuerdan a él», señalaba Àngels.