La pastelería La Canela, en el número 54 de la céntrica calle Aragón de la ciudad de Ibiza, está a punto de cumplir sus primeros 35 años de vida. De la mano de su impulsor, el cacereño Gonzalo González, se ha convertido en un referente en toda la isla. Son muchos los vecinos, residentes y turistas de todas las edades que acuden a comprar diariamente los productos que allí se ofrecen. Hay mucho donde elegir porque hay gran variedad, desde croissants a donuts, pasando por sandwitches, tartas, palmeras, dulces tradicionales ibicencos, su pan de todo tipo e incluso, sus vinos y zumos. Sin embargo, hay varias épocas del año en el que este ajetreo constante es aún mayor, trabajando intensamente sus 18 empleados para atender a tanta demanda. Y una de estas fechas señaladas son los días previos a la celebración de Tots Sants y, desde hace unos años, Halloween.
Para comprobarlo sólo hay que echar un vistazo al horno que hay tras una puerta lateral al lado del mostrador. Entrar allí es hacerlo a un mundo repleto de olores que revolucionan el estómago, risas, carreras, bandejas llenas y auténticos artistas en esto de hacer dulces y tartas. Se diría que Gonzalo, Verónica, Edgar, Carillo o Esperanza más que pasteleros son escultores, sobre todo en lo que refiere a las tartas y los magdalenas gigantes que se elaboran de forma específica para la noche de Halloween que tiene lugar esta noche.
De hecho, según explicó ayer Gonzalo González a Periódico de Ibiza y Formentera desde hace unos años esta celebración importada desde Estados Unidos va ganando terreno a los dulces tradicionales ibicencos como los panellets o los bunyols de matafaluga. «Gracias a Dios seguimos trabajando muy bien durante todo el año pero somos conscientes de que el negocio ha cambiado mucho en apenas unos años y eso se debe fundamentalmente a que los postres tradicionales están mucho más arraigados entre los mayores y no tanto entre los jóvenes que con el paso del tiempo se han ido decantando por otras preferencias».
Así, La Canela desde hace varios años ha decidido apostar firmemente por esta fiesta, a pesar de que, como aseguró el dueño de la pastelería con una gran sonrisa, él nunca creyó que Halloween acabaría imponiéndose en España. Por ello, preparan unas magdalenas gigantes que bajo el nombre de muffins el año pasado se agotaron rápidamente, unas tartas con todo tipo de figuras y que son verdaderas obras de arte e incluso, otra serie de sorprendentes complementos. De chocolate hay unos divertidos dientes de Drácula, piruletas especiales, o unos originales dedos con sangre dulce. Y todo elaborado por el equipo de esta conocida pastelería.
Resiste la tradición
A pesar de este fuerte empuje de Halloween son muchos los vecinos que siguen viniendo en busca de postres tradicionales pitiusos y otras variedades importadas desde la Península. De hecho, ayer el mostrador era un constante ir y venir de gente pidiendo bandejas debido a que, según aseguró Gonzalo, «siguen teniendo una clientela muy fiel»
Así en esta pastelería, más allá de los tradicionales bunyols de matafaluga, que son los típicos en Ibiza para el día de Tots Sants, podemos encontrar, por ejemplo, panellets, un bollo de mazapán rebajado con huevo y cubierto con piñones y almendras, tradicional de la zona del Levante y Cataluña, y que en La Canela se rellenan con sabores tan diversos como el plátano, el limón, la fresa, el café o la yema.
Y a su lado, comparte escaparate un dulce importado desde la península y que gracias a esta pastelería con los años se ha terminado por asentar en Ibiza. Son los exitosos buñuelos de viento. «No los había aquí hasta que empezamos a hacerlos nosotros hace más de 30 años y ahora se los lleva mucha gente porque son más ligeros que los panellets y están rellenos de trufa, chocolate, crema pastelera, nata, café y otras delicatessen».
Debido al gran volumen de trabajo, a Gonzalo González, dueño de La Canela, le resulta «muy complicado» calcular la cantidad que preparan de cada uno de estos productos. «De panellets posiblemente hagamos cada año unos 300 kilos y de bunyols, de unos y de otros, también unos 300, aunque si es cierto que hace unos años, antes de que llegara Halloween, hacíamos bastantes más».