El turismo de cruceros está en auge en el puerto de Ibiza. Según los datos disponibles de este año, hasta el mes de septiembre la isla ha recibido 350.073 pasajeros en esta clase de embarcaciones. Una cifra que marca 2019 como año récord de pasajeros. En todo el año 2017, cuando se alcanzó el anterior máximo histórico, por el puerto de Ibiza pasaron 338.849 viajeros en 183 buques. Este año ya se ha superado de largo la cifra de pasajeros, no así la de cruceros en tránsito, 138 hasta el mes de septiembre.
La llegada de cruceristas a Ibiza se ha triplicado en la última década. En 2009 se contabilizaron 103.573 pasajeros en tránsito que llegaron en los 89 cruceros que atracaron en la isla, una cifra que se incrementó notablemente en 2012, cuando se llegó a los 262.109 pasajeros. Ese año concluían las obras de adecuación del vial de circulación y de la explanada junto al dique de Botafoc, que se había inaugurado en 2003. Estas obras favorecieron la llegada de buques de grandes esloras que superan los 200 metros. El tráfico de cruceros se mantuvo estable por debajo de los 200.000 viajeros hasta el año 2016, cuando se recuperaron las cifras de 2012 y no se ha bajado del cuarto de millón de viajeros desde entonces.
Se trata de un turismo polémico por el impacto ambiental y humano que provoca. Las autoridades municipales de Palma de Mallorca, segundo puerto de España en recepción de cruceros, tienen intención de limitar su llegada.
A favor del mismo se argumenta que es un turismo que no consume territorio, deja ganancias en el pequeño y mediano comercio y que sus embarcaciones son cada vez más eficientes. En contra, se critica la contaminación que emiten sus embarcaciones, sobre todo dióxido de azufre y óxidos de nitrógeno, o el gran impacto que tiene en las ciudades el incremento puntual de miles de turistas durante unas horas.
Impacto económico
Desde la Autoridad Portuaria de Balears (APB) se calculaba en un estudio de 2015 que el gasto por pasajero en tránsito en Ibiza es de 80,7 euros, unas cifras que supondrían, de mantenerse, un impacto económico en Ibiza de más de 28 millones de euros este año.
La mayor parte de ese gasto se haría en compras, un 55 %; en hostelería gastarían un 17 %, mientras que dedicarían a excursiones un 6 %. El 22 % restante iría destinado a otros gastos. La estancia media en el puerto de estas personas fue en 2015 de 4,1 horas.
Para Pequeña y Mediana Empresa de Ibiza y Formentera (Pimeef), todo visitante que llegue es bienvenido «porque algo de consumo hace». Según su presidente, Alfonso Rojo, hace algunos años era un turista poco valorado debido a que hacía estancias cortas y tenía todos los gastos pagados en el barco.
Sin embargo, valoraba que, tras la puesta en marcha del servicio de transporte marítimo dentro del puerto desde el dique de Botafoc a la fachada marítima, «se ha notado mucho entre comerciantes y restauradores que ese turista al que antes no se veía ahora se le ve más.
Indica además que, del mismo modo que el Imserso, se trata de un turismo que aporta unos ingresos en temporada baja, una época en la que la APB trabaja en potenciar la llegada de embarcaciones.
El organismo de gestión portuaria indica que el número de cruceros entre noviembre de 2018 y abril de 2019 creció en un 60 % con respecto al mismo periodo un año antes.
La APB señala que su labor es como intermediaria entre el destino y el sector naviero e indica que en la actualidad solo se promociona Ibiza como destino de cruceros para su llegada en invierno, para crecer en temporada baja.
Impacto medioambiental
La otra cara de la moneda es el impacto medioambiental de esta clase de embarcaciones, que según el GEN-GOB no compensa los ingresos.
Su presidente, Joan Carles Palesm, indica que en el puerto de Ibiza los cruceros no se pueden conectar a la red eléctrica como hacen en otros puerto con instalaciones habilitadas para ello. «Los motores de estos barcos tienen que estar encendidos 24 horas, a no ser que se conecten a la luz eléctrica. Necesitan energía permanente porque tienen que tener en marcha el aire acondicionado. De lo contrario, colapsarían de calor», explica.
Esa actividad continua de los motores provoca la emisión de «dióxidos de nitrógeno, dióxidos de azufre y toda una serie de gases que pueden generar problemas de salud en la población».
Un estudio publicado en junio de 2019 del organismo Transport and Environement, que engloba a 53 organizaciones de 26 países, señalaba que la emisión de gases contaminantes por parte de los cruceros que atracan en España contamina cinco veces más que todos los coches que circulan por el país en un año.
Apoyo de las instituciones
Desde el Consell d'Eivissa, su presidente, Vicent Marí, indicó en fechas recientes no ser partidario de limitar la llegada de cruceros al puerto de Ibiza. En el pleno de noviembre mostraba su disposición a que «vengan todos los que puedan y cuando puedan, que sus pasajeros bajen del barco, visiten la ciudad, consuman y gasten, que son bienvenidos».
La portavoz de Podemos en el Consell, Viviana De Sans, alertaba en ese pleno de la llegada excesiva de cruceros a la isla y hacía la estimación de que los cruceros que llegaron en 2017 contaminaron siete veces más que todos los coches que hay en la isla, unas cifras que Marí manifestaba que no eran positivas. «Es un sector que necesita medidas medioambientales y que los barcos tengan determinadas condiciones». Sin embargo, «todo eso no es competencia del Consell Insular y, como destino turístico, no me verán a mí detrás de la pancarta de rechazo a los cruceros», agregó.