Nada se propaga más rápido que el miedo. Pese a que la Asociación de Grandes Superficies lleva días mandando un mensaje de tranquilidad y advirtiendo que no va a haber problemas en el abastecimiento de alimentos, la sensación en los supermercados es distinta. Estantes vacíos, carros llenos, largas colas para pagar en caja y trabajadores desbordados. Las últimas medidas decretadas para la contención del coronavirus, parece haber desatado el nerviosismo entre los ciudadanos que acuden a hacer la compra de forma compulsiva temiendo que haya una cuarentena y les impida salir de casa.
Agua, legumbres, conservas, productos de limpieza e higiene, en especial el papel higiénico, son los primeros productos que vuelan de las estanterías, aunque los reponedores tardan poco tiempo en volver a llenarlas. «No es normal que el supermercado esté tan lleno en la mañana de un día laborable. Hemos notado un volumen de ventas y de trabajo muy superior en estos últimos días, pero no hemos tenido que poner refuerzos de empleados para ello», declaró Elena, la encargada de una gran superficie de alimentación en Ibiza.
Otra compañera del mismo supermercado muestra su sorpresa ante multitud de gente que viene por la mañana. «Cada día abrimos el supermercado con todas la estantería a rebosar, en cuestión de una hora comienzas a ver huecos vacíos sobretodo en productos frescos y conservas. Además, desde el pasado lunes he notado un aumento de la gente que está esperando en la puerta antes de que abra el supermercado».
Entre ellas estaba Carmen, una madre de familia que lleva días haciendo acopio de todo tipo de productos. «No me fío de todo lo que nos están contando y prefiero tener la despensa llena por lo que pueda pasar. Soy madre de dos niños pequeños y no puedo arriesgarme a quedarme sin productos básicos, he aumentado la cantidad de casi todo lo que compro normalmente», añadió. Una opinión que comparte Reme, una sevillana afincada en Ibiza desde hace más de 20 años, que salía del súper con el carro lleno. «No es mi compra habitual, he aumentado el número de conservas y sobre todo de agua, me da miedo quedarme sin ella. De hecho, este es el segundo supermercado que visito ya que en el otro no había», afirmó.
Las baldas del agua son una de las primeras que se quedan vacías. Los empleados de las superficies no paran de sacar palés repletos de ellas. «Este es la quinta reposición que hago en hora y media, menos mal que tenemos suficientes, no creo que nos falte de ningún producto en concreto en el almacén, la verdad es que sí hemos notado que trabajamos más seguido, pero tenemos alimentos suficientes almacenados», puntualizó un reponedor.
Pese a ello, en algún momento puntual la estantería queda con huecos vacíos y los clientes se molestan. «Venía a por agua y no hay», se quejaba Eva, una vecina de la zona de Puig d'en Valls. «La gente está un poco fuera de sí con tanta compra. He visto escasez sobre todo en agua y en los productos frescos, pero es cuestión de recorrer varios súper y al final acabas encontrando lo que necesitas. Lo que sí que he notado es que en hora punta a veces no hay ni carros».
Otra vecina de la zona, Alina de 70 años, acudió ayer al supermercado con mascarilla. «Me tengo que proteger, estoy dentro del grupo de riesgo, y me la pongo por protección. Intento salir lo menos posible a casa, pero al supermercado tengo que venir todos los días. Cuando sales a la calle es inevitable tocar cosas que ya ha tocado otra gente y prefiero reducir el riesgo».
Como una de las medidas que más recomiendan las autoridades sanitarias es la adecuada limpieza de las manos, el gel desinfectante es otro de los productos que menos tarda en desaparecer de las estanterías. «No queda ni un gel desinfectante, ayer tampoco pude comprar, se ve que hay que madrugar para conseguirlos. Ya he gastado tres botes porque me lo aplico constantemente y no me queda ninguno», apuntó Josefa, una vecina residente en Vila. En este sentido, otra de la clientas también echó en falta productos de limpieza. «No sólo es difícil llegar cuando está repuesto el gel desinfectante, intentas comprar productos parecidos y a veces también te encuentras la balda vacía. Ayer no pude comprar lejía y vengo hoy a propósito para comprarla».
Los propios clientes de los supermercados son conscientes de los momentos de psicosis excesiva que se está viviendo en estos momentos con las compras. Mucho de ellos intentaban quitarle hierro al asunto. «Yo únicamente vengo a comprar lo necesario, no tengo nada en la despensa, me niego a seguir la locura de la gente y abastecerme de comida sin un verdadero motivo, ves a la gente con los carros llenos como si se fuese a acabar el mundo», enfatizó Manuel, un jubilado de Ibiza. «He vivido una guerra y se lo que es pasar hambre, no me voy a asustar ahora sin un verdadero motivo», concluyó.
Los bulos y noticias falsas acerca de la falta de abastecimiento en los supermercados que inundan las redes sociales no ayudan a calmar la situación de las compras excesivas. En los últimos días es habitual recibir fotos y vídeos de supermercados con las baldas vacías. Carlos, un empleado de un supermercado de barrio fue tajante con este tema. «No paran de llegarme imágenes de supermercados vacíos, esto hace que se incremente la incertidumbre y que la gente salga a la calle a comprar alimentos en cantidades que no necesita. No hay ningún problema en la producción de los productos ni en el abastecimiento. La gente debería informarse mejor», concluyó.