«Habíamos estado el año pasado y hoy -por ayer- teníamos intención de quedarnos hasta la hora de los tambores, pero creo que nos iremos antes», apuntaba ayer a medio tarde uno de los integrantes de un grupo de cinco jóvenes que tenían desplegadas sus toallas y sombrilla a escasos veinte metros del embarcadero donde con la puesta del sol se fragua la fiesta de los tambores. Justo en ese punto, al lado de un circulo señalizado con piedras, dos vecinas de la isla advertían a sus hijos que no era el día: «hoy no van a haber tambores y además se está nublando», indicó una de ellas a los niños que correteaban por la orilla ajenos al dispositivo policial que desde las 14.30 horas se había desplegado en los accesos a Benirràs.
En el embarcadero, respetando siembre la distancia de seguridad, se encontraban Serra y Eguil, voluntarios de Protección Civil de Sant Joan. «Creo que después de lo que pasó el domingo pasado hoy no vais a tener noticia», nos apuntó uno de ellos. No obstante, en tiempos del coronavirus y en pleno estado de alarma la normalidad y el civismo también alcanza la categoría de noticia.
Siete días atrás y a esa misma hora (17.30 horas) la playa de Benirràs presentaba una imagen similar, con unas doscientas personas, ayer incluso unas pocas menos. «El problema se produjo cuando los tambores empezaron a sonar y la gente se agolpó en el extremo final de la cala», recordó uno de los presentes.
Las imágenes de aquella concentración de personas, en el primer fin de semana de fase 2 en Ibiza, encendió todas las alarmas y motivó una sucesión de decisiones y la adopción de diversas medidas que se tradujeron en estampas como la presencia de un auténtico check point en el cruce de Benirràs. Minutos antes de las 15.00 horas ya estaban desplegados y a partir de esa hora la orden era taxativa: «circule», hacia Sant Joan o Sant Miquel, pero «circule». El acceso a Benirràs quedó restringido. Trabajar o residir en algunas de las casas que se alzan al costado de la carretera era el único salvoconducto y había que acreditarlo con documentación.
La Guardia Civil desplegó un operativo especial para controlar el acceso a la playa, un dispositivo compuesto principalmente por agentes del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS), agentes especializados con base en Madrid y que llegaron esta semana a Ibiza como refuerzo para la temporada de verano. Entre diez y doce de ellos se encargaban del punto de control desplegado en el cruce de la carretera que enlaza Sant Miquel con Sant Joan. Los habilitados para adentrarse en la vía que desciende hasta la playa se topaban con otro filtro de seguridad a la altura del puente por el que se unen los vehículos que acceden desde el Port de Sant Miquel.
Aquí se encontraba otra dotación similar de agentes del GRS que realizaban un segundo filtro. Llegar hasta ese punto sin motivo justificado invitaba a tomar el camino de retorno.
Playa semivacía
Ya a pie de playa, los contados bañistas se encontraban un último punto con presencia de sendas patrullas de la Guardia Civil y de la Policía Local de Sant Joan y el personal de Protección Civil.
En esta zona, a primera hora de la tarde, el comandante y Jefe de la Compañía de Ibiza y Formentera, Enrique Gómez, repasaba los detalles del operativo junto a un responsable del GRS.
La presencia policial y el despliegue de controles cercenó de raíz cualquier atisbo de fiesta en una playa con dos o tres guitarras pero huérfana ayer de tambores. Las distancias de seguridad imperaron a lo largo del día y las nubes que entraban a media tarde acabaron de ensombrecer la jornada de playa en Benirràs.
Siete días atrás fue la actitud de los presentes la que ensombreció la imagen de la isla, con decenas de personas apiñadas al son de los tambores.
«La ciudadanía debe disfrutar de las playas con sensatez. No se puede permitir que los medios nacionales e internacionales abran sus informativos mostrando una de las playas de Sant Joan abarrotadas de gente incumpliendo las medidas de seguridad. No sólo por el devastador efecto que ello puede causar sobre el turismo y sobre la economía, sino por la amenaza que representa para la salud pública», apuntó el alcalde Carraca el pasado lunes.
Siete días atrás, minutos antes de las 20.00 horas, los tambores hicieron de imán para los cerca de dos centenares de personas presentes en la playa. Ayer, a la misma hora, eran pocos los que quedaban en la arena tras una jornada plácida y de distancias de seguridad en Benirràs.
EL APUNTE
Sant Joan firmó un decreto que establece las limitaciones
El alcalde de Sant Joan, Antoni Marí Carraca, firmó el viernes un decreto que establece limitar el acceso a Benirràs todos los domingos a causa de las aglomeraciones que se producen con motivo de la ‘fiesta de los tambores'.
Las limitaciones se fijan los domingos de 15.00 a 23.00 horas y permanecerán en vigor en fase 3. Eventualmente, se prolongarán más allá del estado de alarma si el Consistorio lo cree necesario. Todo ello se hará en coordinación con la Policía Local y la Guardia Civil