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Coronavirus

Fin de la cuarentena para los inmigrantes aislados en Sa Casilla

Imagen de ayer de parte del grupo de inmigrantes llegados de Argelia y que ha pasado la cuaretena en Sa Casilla.

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Fin a los diez días de cuarentena en Sa Casilla para el grupo de 14 inmigrantes que llegaron a las costas de Formentera tras haber resultado negativa la prueba PCR de coronavirus. Está previsto que buena parte de ellos se embarquen hoy rumbo a Barcelona.

El grupo de 14 inmigrantes, de los 17 que llegaron el pasado 29 de junio a la zona de s'Estufador en Formentera, pasaba diez días de cuarentena en Sa Casilla de Sant Josep tras el positivo en COVID-19 de dos de sus acompañantes, que se encuentran ingresados en Can Misses. Otro de ellos es menor y se encuentra en el centro Pare Morey. Aye

Durante estos 10 días de cuarentena han estado atendidos por la Cruz Roja, que les ha abastecido tanto de comida como de productos de higiene, según un convenio firmado con la conselleria de Asuntos Sociales del Govern, por un importe de 3.123 euros.

Este grupo de inmigrantes ha vivido estos 10 días sin ningún problema en Sa Casilla, en Sant Josep, «como si estuvieran en un hotel», reconoce uno de ellos, y están «muy agradecidos» por el trato que han recibido tanto por la Cruz Roja como por parte de la Policía Nacional. La mayoría de ellos tienen entre 28 y 32 años, menos unos de ellos, Rajuid, que asegura no haber cumplido los 17, aunque el resultado de la prueba que se le hizo le calificara como mayor de edad. Vienen de distintas localidades de Argelia, desde su capital, Argel, hasta Bourmerdés o Constantina. Yusim es carpintero, Yamal pizzero, Sedale es pintor y Aisha era cocinero en un restaurante y su castellano es más que aceptable. Expilican que el trabajo en su país es muy inestable y mal pagado; todos van trabajando cuándo y cómo pueden.

La decisión
Aseguran que la corrupción en los sucesivos gobiernos de su país tiene a la población desganada y en un nivel económico que les empuja a embarcarse en la aventura que han emprendido. «Venimos a trabajar y a ganarnos la vida, aquí quien no trabaja no come. En mi país si tienes hambre siempre hay alguien que te pone un plato de comida en su casa o su restaurante. Esto aquí no pasa y lo sabemos», comenta Aisha. Ninguno tiene intención de quedarse en Ibiza. Llegaron a Formentera por razones de proximidad. Por la misma razón que nuestros abuelos o bisabuelos hicieron, en su momento, el camino inverso.

Algunos, la mayoría, tiene Francia como destino en la mente, pero también hay quien tiene la intención de quedarse en España, en la Península, donde trabajarían en el campo.
La travesía

Su mirada amable les cambia ante la pregunta sobre la travesía que emprendieron el pasado 28 de junio. Se nota que el miedo que pasaron hace unos días permanece aún fresco en su memoria. Uno de ellos muestra una foto en su móvil y advierte que es muy dura. Se trata de alguien que dicen haber conocido y del que llevaban sin saber de él desde que se subió a una patera para hacer el mismo viaje que han hecho ellos. En la foto se ve un cuerpo sin vida, desmembrado y picoteado por los animales marinos antes de que un pescador lo sacara del mar. No es de extrañar, entonces, que las 24 horas de travesía entre Dellys y Formentera fueran lo duras que reflejan sus miradas. Un macabro billete por el que han pagado, no saben a quién, entre 500 y 750 euros cada uno.

Ayer se les acabó su particular ‘alto en el camino' en Sa Casilla para seguir cada uno su camino. Cruz Roja les ofrece la posibilidad de trasladarse a algún centro de acogida de los que tiene en la península, pero la decisión final es de cada uno de ellos.

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