Punto final a la tregua del verano con sensaciones encontradas. A primera hora de ayer, el pequeño Nahuel apuraba unos últimos balanceos junto a su padre en el pequeño parque infantil de sa Graduada. En otro punto de Vila, en la avenida Joan Carles I, Ana se lanzaba por un tobogán. A media mañana todavía quedaban algunos parques habilitados, pero la operación clausura ya estaba activada y los precintos volvían a hacer acto de presencia en la treintena de puntos que hay distribuidos por la ciudad de Ibiza.
La segunda ola de la pandemia ha traído la implantanción de nuevas restricciones y los parques volverán a quedarse huérfanos de niños, al menos, durante los próximos quince días.
La medida acordada por el Govern balear no era asimilada por la mayoría. «No sabíamos que iban a volver a cerrar los parques. Es extraño que hayan tantas cosas abiertas con aglomeraciones de personas y se cierren los parques infantiles», argumentó Mari Carmen, quien se encontraba en el Parque de la Paz junto a su hija hasta poco antes de que el recinto fuese precintado.
El cierre de estos espacios tiene como objetivo evitar la propagación del virus coincidiendo con el inicio del curso escolar. En este sentido, algunos padres apuntaron poder llegar a entender la medida, pero añadieron que era difícil de explicar a los más pequeños.
Las restricciones también se extienden a las zonas de actividades físicas y este hecho fue aprovechado por Pedro para explicarle a su hijo Juanvi que, «por un tiempo, no hay parque de pequeños, ni tampoco de mayores».
La batería de medidas aprobadas por el Govern y que ya están en vigor suspende, entre otras, la apertura al público de los parques infantiles de uso público al aire libre. Se exceptúan de dicha suspensión los espacios cedidos por los ayuntamientos a los centros docentes y educativos para realizar actividades docentes. También se suspende la actividad de los locales de ocio infantil.
Precintos
Durante la jornada de ayer los efectivos de las policías locales y el personal municipal se afanaban para colocar los precintos en todos los puntos afectados por las nuevas medidas. En Santa Eulària, el Parque de Can Fluixà estaba completamente cerrado y en los accesos figuguraban el motivo del cierre y el decreto que está en vigor.
En la Plaza del Cañón, dos pequeños se resistían a abandonar su particular fortaleza y se protegían del sol en los bajos del tobogán.
Imágenes similares ayer en los recintos infantiles de Sant Antoni, Sant Josep y Sant Joan. Estos espacios y puntos de encuentro de pequeños deberán esperar hasta su «reactivación», un hecho que pasa por una mejora de los datos. «Está claro que los números de contagiados no son buenos y es mejor prevenir que curar, al menos hasta que llegue la vacuna», apuntó Marco, vecino de Vila que, a falta de parques, apostó por dar un paseo junto a su hija Laura por la Marina esperando que «la segunda ola no se alargue mucho».