El relaciones públicas y promotor brasileño Brasilio de Olveira, falleció ayer a los 74 años en Sao Paulo, la urbe donde nació. Con él desaparece uno de los animadores de la noche ibicenca más prestigiosos y apreciados de todos los tiempos, desde los años 70 en que llegó a la isla, cuando montó el bar Coco Loco en Ibiza, hasta la actualidad, que seguía siendo el alma máter de una de las fiestas más legendarias de la escena ibicenca: La Troya, que se celebró en distintas discotecas a lo largo de los años pero siempre con ese mismo espíritu de transgresión y tolerancia que caracterizaba a este mago de la noche.
El Coco Loco se convirtió desde el primer día en el bar de moda. En el libro ‘Balearic, historia de la cultura de club en Ibiza', Brasilio recuerda que este minúsculo bar fue «el primero que no era hippy: yo traía samba, música brasileña y alegría».
La fama internacional le llegó años más tarde con las exuberantes fiestas brasileñas y de misses que organizaba en KU, hoy Privilege. Pero la fiesta de Brasil era el acontecimiento más esperado en el puerto de Ibiza cada verano. Eran otros tiempos en los que los pasacalles que organizaba Brasilio se convertían en exhibiciones de fantasía y erotismo que aún se recuerdan.
Ya en el siglo XX, ideó la fiesta de La Troya, un icono del movimiento LGTB que atraía cada semana a miles de seguidores sin distinción de clases ni edades y que actualizaba su temática irreverente en cada sesión. La Troya de Brasilio, junto a su inseparable dj Oliver y el showman Marcelo, se convirtió en una de las fiestas más potentes de Ibiza.
Perteneciente a una familia adinerada de Sao Paulo, que controlaba la cadena O Globo, entre otros negocios, Brasilio fue el rebelde que dio el salto a Ibiza. Sus allegados le recuerdan como una persona reservada, de enorme educación y cariño hacia las personas, que se sentía feliz cuando veía cómo se divertían miles y miles de jóvenes en sus fiestas.