El 23-F es una fecha señalada en el calendario de la democracia española por el fallido golpe de estado del teniente coronel Antonio Tejero, pero en la vida de este empresario jienense tiene además, otro significado bien diferente.
Un 23 de febrero de 1986, Sito Lara y su hermano Antonio abrían las puertas del DC10 por primera vez. Le hacemos la entrevista cuando se cumplen 33 años de aquella apertura, en una Ibiza bien diferente y ante un DC10 completamente distinto de aquel bar donde ofrecían conciertos de grupos ibicencos «para la gente de aquí, de la isla».
Sería impensable hoy en día para cualquier empresario del ocio abrir un local en pleno invierno en Ibiza. «Eran otros tiempos y era para otro público y la verdad es que tuvimos mucho éxito desde el principio», comenta Antonio, el hermano de Sito antes de empezar esta entrevista, la primera que da a un periódico.
Nació en 1966 en la tierra del aceite donde hoy en día posee algunos olivos que producen su propio oro verde, el aceite del Sito se llama. «También tengo allí un hotelito rural». Su nombre completo significa ‘demos gracias a Dios', «pero me llaman Sito porque mis hermanos de pequeños no sabían decir mi nombre».
Deogracias es el séptimo de nueve hermanos y, aunque parezca paradójico, al dueño del DC10 no le gusta salir de marcha: «Soy muy tranquilo, no es que no haya salido de joven ¡eh!, pero ahora prefiero más una comida en s'Escollera que no salir de noche, me entra el sueño muy pronto». Tampoco le gusta hablar de dinero, ni de por qué no ha quitado todavía algunas de las vallas publicitarias. Sito, que es muy generoso, tampoco alardea de la gran cantidad de donaciones que ha hecho. Él, que proviene de una familia humilde, ha tocado el cielo con las manos.
—Acaba de pasar la COVID. ¿Cómo se encuentra?
—Ahora estoy muy bien, pero he estado casi un mes muy fastidiado, lo he pasado mal, ha sido fuerte. No ha sido necesario hospitalización, lo he pasado francamente mal, pero ya me he recuperado.
—Es uno de los empresarios más relevantes de Ibiza, dueño de un local mundialmente conocido pero no le gusta salir en los medios de comunicación, es tremendamente discreto, mucha gente de la isla ni le conoce.
—Yo siempre he sido muy discreto, no me gusta salir en los medios, de hecho esta es la primera entrevista que hago para un periódico y de las únicas que le he dicho que sí en mucho tiempo. Cuando sales en los medios la gente opina de ti sin conocerte y no me gusta.
—¿Y por qué ahora sí?
—Porque cumplimos 33 años, que se dicen pronto, y creo que es un buen motivo.
—¿Cómo se les ocurre abrir un local de ocio en pleno mes de febrero en Ibiza con todo cerrado?
—Eran otros tiempos. Nosotros teníamos un restaurante en Sant Francesc; yo empecé con 17 años a trabar, muy jovencito. No había estudiado para esto pero nos dedicamos a la hostelería. Mi hermano Antonio y yo y quisimos ampliar el negocio y empezamos con un bar musical y en el año 1989 ya nos dieron el premio de popularidad que nos lo entregó la presentadora Irma Soriano en el Gala Night. Fue un año en el que pasaban 1.000 personas diarias por el DC10. Era un bar para la gente de la isla, mucha gente ibicenca y muchos conciertos. Pero la verdad que lo de abrirlo en febrero fue más por los términos de las obras. No habíamos puesto fechas y terminaron las obras y abrimos. Era muy bonito porque en aquellos tiempos era gente diferente, ni mejor ni peor, pero todo el mundo se conocía y el ambiente era más familiar. Lo especial que tiene el DC10 es que casi puedes tocar con la mano los aviones que aterrizan y claro, aquello fue un reclamo.
—¿Le pusisteis DC10 por estar al lado del aeropuerto?
—Pensamos en un principio ponerle U2, porque en aquel tiempo el grupo triunfaba mucho, también barajamos Plus Ultra, Angar…pero al final se quedó con DC10 , como el avión, un avión que al final se retiró del mercado, pero nos quedamos nosotros.
—Empieza como un bar para la gente de Ibiza pero muy pronto el DC10 despega hasta convertirse en un referente a nivel mundial. ¿Cómo fue esa transformación?
—El local ha sufrido pocas ampliaciones, el terreno es el mismo que había, la parcela que tenía el DC10 es la misma, pero la casa payesa antigua, los corrales y las vaquerías se han ido restaurando hasta lo que es hoy. Así que la estructura solo se ha modernizado, pero básicamente es la misma. Lo que sí que cambió fue el espíritu del DC10 y eso, yo creo que fue justo a causa del comienzo de los after hours del Space. Cuando el Space empezó a alargar su horario muchísimo, nosotros nos dimos cuenta de que la gente estaba buscando otros horarios de ocio. En aquel momento no estaba prohibido, era legal y entonces empezamos a hacer fiestas largas también.
—¿Hasta cuántas horas seguidas abría en una de esas fiestas el DC10 en aquella época?
—En horario de noche, abríamos desde las diez de la noche hasta las siete de la mañana y el after era de las siete de la mañana hasta las cuatro de la tarde. De hecho los que vinieron a hacerme la propuesta de hacer las fiestas aquí fueron los promotores de La Troya y Café Olé, ellos querían alargar pero su discoteca se cerraba y querían continuar la fiesta
—En aquel momento no sólo usted copió al Space, el modelo que implantó Pepe Roselló, que tuvo muchísimo éxito, fue seguido por otras muchas empresas del ocio, pero también causó muchos problemas por sobrepasar los horarios excesivamente.
—Es verdad que fue un momento un poco caótico. En aquel tiempo tampoco teníamos la zona del parking habilitada como ahora, la gente aparcaba en la carretera venía muchísima gente porque aquello fue un boom, y es verdad que en aquel momento hubo muchos problemas, sobre todo con el Ayuntamiento.
—Me acuerdo. Fue un momento en el que el DC10 se ganó la antipatía de los vecinos de la zona que le denunciaban constantemente por los excesos, la música, los ruidos y, de hecho, les cerraron en varias ocasiones.
—Sí. Aquella época, además, tuvimos un enfrentamiento abierto con el Ayuntamiento de Sant Josep bastante fuerte porque siempre han querido cerrar el DC10. Yo tengo una licencia que me permitía hacer esa actividad y el Ayuntamiento se cerró en banda diciendo que era ilegal. De hecho, tuvimos que llegar hasta los tribunales y al final nos han dado la razón.
—Bueno ustedes intentaban legalizar unas obras que se habían hecho de forma ilegal.
—Sí, pero el Ayuntamiento ahí se cerró en banda, no nos daba la posibilidad de arreglarlo, cuando a otros empresarios de otros locales sí se la daba. Al final los tribunales nos dieron la razón, pero tuvieron que pasar años y muchos enfrentamientos.
—Dice que ‘Agustinet' les quería cerrar.
—Es verdad que decían que los vecinos se quejaban, pero lo cierto es que el pulso lo hemos tenido siempre más con el Ayuntamiento y, en concreto, con el alcalde, Agustinet. Él estaba obsesionado con cerrar el DC10, quería cerrar, cerrarlo y cerrarlo.
—¿Por qué?
—No sé si tenía motivos personales o no, pero el objetivo de Agustinet era cerrarlo.
—¿Eso usted lo sabe porque se lo ha dicho o porque se lo imagina?
—Porque es obvio. Se ve. Un alcalde que se sienta en una silla de un ayuntamiento y no ha querido conocer al propietario del DC10, uno de los locales de ocio más importantes de su municipio, ahí hay algo que falla.
—¿No conoce a Agustinet?
—Le conozco por unas reuniones que tuvimos pero ya cuando me precintó el DC10, pero antes nunca.
—¿Entonces usted cree que Agustinet le tiene manía?
—No lo sé y ahora ya hablar de esto no nos lleva a nada porque al fin y al cabo, agua que no has de beber déjala correr. Yo no sé qué objetivos había o qué intenciones, la cuestión es que las relaciones que hemos tenido eran malas. He hablado muy poco con él, pero un alcalde se supone que está para atender a los ciudadanos y para intentar, si tienes un problema, solucionarlo. Por mi parte ha habido muy buena voluntad, pero él me acusaba a mí de ser un empresario rebelde, pero es que tampoco me conocía. Yo pedí muchísimas reuniones en el Ayuntamiento y nunca me atendió.
—Me imagino que Agustinet como alcalde lo que pretendía era hacer cumplir la ley.
—Nosotros incluso hemos llegado a sospechar de las denuncias de los ‘supuestos' vecinos, porque en realidad, la distancia que hay del DC10 a cualquier casa es grande. En el aeropuerto cada dos minutos aterriza y despega un avión. En cualquier caso, yo no he visto nunca una denuncia de ningún vecino, nadie nunca me la ha enseñado.
—Pero la Policía Local venía a comprobar que todo estaba en orden porque es su trabajo.
—Sí, venían precintaban y hacían sus actuaciones pero lo que está claro es que el Ayuntamiento de Sant Josep ha tenido un interés de que el DC10 no tuviese las opciones que cualquier otro empresario de Sant Josep. Es obvio. Si no se cumple en algo hay que dar la posibilidad de que se arregle, pero ni eso querían. No había posibilidades. El DC10 no lo querían, no estaba bien visto el DC10. Llegaron a decir que se vendía droga. A la gente le gusta mucho hablar y decir cosas sin saber.
—Hombre, lo que es una realidad es que mucha gente cuando sale de marcha consume drogas, en su local y otros de la isla.
— Sobre el consumo de drogas, nadie debería tomar drogas, no es bueno, nuestro equipo de seguridad tiene orden de perseguir el consumo en nuestro local. Por desgracia la gente consume en cualquier sitio, bares, restaurantes... y si encima lo que suele consumir son pastillas y cada vez más pequeñas es muy difícil controlarlo. Cada uno hace con su cuerpo lo que le da la gana. Mientras haya gente que le guste consumir va a existir el tráfico de droga. En mi local está prohibido.
—Entonces usted ahora que Agustinet ya no está en el Ayuntamiento estará contento.
—Yo estoy contento como él también lo está. Él está bien y yo me alegro por él, pero me hubiera gustado que se hubiese ido ocho años antes. No tenía buena relación con Agustinet y no me importa su marcha, pero a la gente del municipio si que le gustaba porque le votaba y ganaba. Quizás se olvidó que también era alcalde del DC10 porque cuando un alcalde llega al poder es el alcalde de todos no solo de los que le han votado, a mí no me gusta el fútbol y no por eso voy en contra del fútbol.
—Volvamos a la música y los años dulces del DC10. Ustedes se hicieron mundialmente famosos cuando empezaron a trabajar con el Circo Loco.
—Empezamos con el Circo Loco en 1999. Tampoco es que yo esté obsesionado con el éxito, pero es verdad que lo del Circo Loco fue un bombazo. La gente está encantada con esta fiesta. Son cosas que nunca sabes muy bien por qué una fiesta funciona y otra no.
—Y de repente llega el 2020, la pandemia y como el resto, tienen que cerrar. ¿Cuándo fue la última vez que el DC10 abrió sus puertas?
—El 1 de enero de 2020 porque nosotros abrimos en Año Nuevo. Ese es el último día. Se llenó completamente.
—¿Y cómo se plantea la temporada de 2021? ¿Podrían soportar otra temporada cerrados?
—No. Otro año cerrado no creo que se pudiese soportar. Estamos intentando llegar a acuerdos con el Govern balear para crear un corredor seguro. Hay muchas formas de hacerlo, pero nosotros somos empresarios, los que tienen que buscar las soluciones son los políticos, que nos digan de qué forma se va a hacer y que sea para todos. Nosotros de todas formas aportamos ideas, pero lo más importante de todo es la vacuna. Hay que agilizar el ritmo de vacunación, es imprescindible. Nuestro objetivo es trabajar al 100%. Yo tengo la esperanza de que al menos al 50% sí se pueda.
—Ustedes tienen mucha zona de terraza
—Sí, por eso. Recientemente hemos tenido una reunión y eso es lo que queremos trasladarle a los políticos para que de alguna manera podamos trabajar, porque lo que no pueden hacer es decirnos cierre usted su actividad y cuando yo le diga abra. Es que yo no he visto eso en ninguna parte del mundo. Y nosotros hemos sido obedientes, pero ya no aguantamos más.
—Cuando dice que se han reunido, ¿se refiere a los socios de la Asociación de Ocio Ibiza?
—Sí
—Usted es vicepresidente de la asociación de Ocio, pero no siempre ha sido así. Hace unos años cada uno iba por su parte y hacía su guerra.
—Sí, pero nos hemos dado cuenta de que unidos tenemos más fuerza y ahora mismo, aunque evidentemente cada uno tiene sus legítimos intereses como empresarios, nos llevamos bastante bien. Estar enfrentados unos a otros para denunciarnos o criticarnos es gastar energías que no sirven para nada.
—Hablábamos al principio de la entrevista de Pepe Roselló, el fundador de Space y el creador de los after houres, aunque en estos últimos años se ha manifestado abiertamente en contra de que haya ocio durante el día. ¿Qué le parece?
—Yo creo que todo es compatible, el ocio diurno y nocturno pueden ir de la mano, de hecho en Ibiza caben muchas opciones. Yo entiendo a Pepe Roselló porque el hombre después del éxito que ha tenido que de la noche a la mañana te dejen sin tu negocio pues tiene que haberse ido con mal sabor de boca. Pero creo que tenía otras posibilidades y no las cogió. Pero ahora está feo, por ejemplo que intente crear otra asociación de ocio, que encima es de Palma, cuando allí no tienen ni idea de lo que pasa en Ibiza, y los intereses son otros completamente diferentes.
—¿Ha pensado alguna vez dar el salto fuera de Ibiza? Trasladar la marca DC10 a otros países.
—La verdad que hemos tenido muchas propuestas para hacer franquicias. Yo soy muy celoso y muy protector de la marca DC10. Me han venido de Argentina, Chile, Estados Unidos, Italia… bueno yo he visto a mis compañeros que han abierto franquicias en otras partes del mundo y han mantenido una marca muy potente, pero cuando haces eso pierdes un poco el control. Y para mí el DC10 es mi hijo y yo no sabría dejarlo en manos de otro. Tengo lo que controlo, lo que no puedo controlar no lo quiero. No le quiero decir que en el futuro no vaya a ser, pero de momento no. Este es un negocio muy familiar, lo decidimos todo entre mi hermano y yo.
—Aunque es incierto todavía lo que va a pasar esta temporada, ¿ustedes están preparando el DC10 para el verano de 2021?
—Al cliente hay que darle cada temporada algo nuevo, modificando tanto la música, DJ's, decoración o incluso la temática que cada año vamos a llevar y en esto es verdad que sí estamos trabajando porque tenemos la esperanza de que se abra, como le he dicho.
—¿Qué medidas de seguridad se está planteado imponer el DC10?
—Nosotros lo que siempre hemos apostado es por pruebas PCR en destino. Además vamos a intentar que nos autoricen un control en la entrada, pero no sólo a mí, a todos los locales que tendrá que ser una cosa unitaria y un protocolo que tenga el visto bueno de sanidad, pero todavía no sabemos exactamente cómo será este control.
—¿Y qué ha hecho Sito en este último año?
—Pues hemos estado haciendo mejoras, preparando el local y muy metido en la agricultura y mi campo.
—Mucha gente no lo sabe pero Sito, además de empresario del ocio, es payés.
—[Risas] Sí, siempre me ha gustado. Me gusta mucho el campo y tengo aquí unos terrenos que tienen muy buenas tierras y estamos haciendo de payés, produciendo verdura ecológica, ahora estamos sembrando la patata. El año pasado recogimos 70 toneladas de patatas. Pero también tenemos lechugas, pimientos, sandía, melones…También vendemos a los restaurantes y hoteles y ahora estamos haciendo aquí cerca un punto de venta directa que queremos abrir en junio.
—¿Qué le da más satisfacciones, la tierra o el DC10?
—Todo, porque de verdad que yo siento que la vida me ha tratado bien y, gracias a Dios, hemos podido hacer de todo. La tierra me gusta mucho, tenemos también muchos animales, caballos, gallinas, cerdos, ovejas, una pequeña Arca de Noé.