La consellera balear de Presidencia, Mercedes Garrido, aseguró ayer en Ibiza que la comida celebrada el pasado lunes en el salón de plenos del Ayuntamiento de Eivissa entre el acalde de la ciudad, Rafa Ruiz, la presidenta del Govern, Francina Armengol, el conseller balear de Vivienda, Josep Marí Ribas Agustinet y seis empresarios de la isla «no es sancionable» porque, a su entender, se cumplió a rajatabla la normativa anticovid pese a ser una comida en el interior y con nueve comensales de diferentes grupos de convivencia.
Garrido trató de justificar la comida con un párrafo de excepcionalidad incluido en el acuerdo del Consell de Govern del 12 de marzo de 2021, donde se aseguraba que «no están incluidas en la limitación que prevé este punto (el referente a los encuentros familiares y sociales en la isla de Ibiza) las actividades laborales, las institucionales, las de transporte y las de los centros docentes».
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Previamente, este mismo acuerdo de gobierno destacaba que «el desarrollo de la actividad laboral o funcionarial se llevará a cabo preferentemente en régimen de teletrabajo, siempre que este régimen de prestación no sea incompatible con las características del lugar de trabajo». Además, recomendaba «evitar reuniones de trabajo o profesionales hechas de forma presencial».
Sin embargo, en respuesta ayer a las preguntas de los medios de comunicación, matizó que «una reunión de trabajo en su centro de trabajo, con sus compañeros de trabajo usted la puede hacer y me imagino que lo hacen a diario, y otra cosa son las reuniones sociales».
Con esta afirmación quedarían excluidas de las reuniones permitidas por la normativa aquellas que, aunque sean de trabajo, incluyen a personas de otras empresas o entidades y, por ende, de otros lugares de trabajo, como sucedía en el caso de los tres políticos de diferentes instituciones y seis empresarios, cada uno de ellos con su centro de trabajo.
En el caso de la comida de Can Botino, tal y como decía la propia consellera, la reunión no era de «compañeros de trabajo» en «su centro de trabajo». Además, la comida-reunión era totalmente evitable ya que esos mismos participantes se iban a reunir tres horas después en la sede del Consell d'Eivissa para hablar exactamente de lo mismo, aunque en este caso con luz y taquígrafos.
Por su parte, el alcalde de Vila, Rafa Ruiz, reconoció abiertamente que se trataba de «una comida de trabajo» en la que «se aprovechó el poco tiempo que tenía la presidenta para recabar la información que necesita» de un pequeño grupo de empresarios «para poner en marcha la ayuda más grande e histórica» que va a gestionar el Govern para ayudar al sector. Ruiz concretó que «se comió mientras se hablaba» y quiso hacer hincapié en que «la normativa no se incumplió» aunque reconoció que puede haber interpretaciones y opiniones al respecto.
Asimismo, reconoció que el Consistorio fue el encargado de organizar el acto, aunque los empresarios fueron escogidos por el propio Govern balear. «El Govern eligió a una serie de representantes que son personas conocidas, que son empresarios destacados tanto del municipio como de fuera de él, para que dieran su opinión», recalcó.
En cuanto a quién corrió con los gastos de la comida, algo que había sido muy criticado por la oposición municipal, Ruiz reconoció que «no sé quién pagará ese pequeño tentempié. No sé si lo hará el Govern o el Ayuntamiento, pero no tenemos nada que esconder», concluyó el primer edil. Cabe recordar que en la agenda de la visita de Armengol el pasado lunes no constaba esta reunión de trabajo ya que, si bien detallaba todos los movimientos de la presidenta en Ibiza, a las 14.00 horas, cuando se produjo el encuentro en Can Botino, únicamente se especificaba ‘ dinar privat' (comida privada).