El grupo de baile DVP Dancers de la academia Davinia Van Praag volvió a demostrar este lunes por la noche su desparpajo, profesionalidad y buen hacer en el programa The Dancer que todas las semanas emite La1 de TVE.
En esta ocasión participaron 13 representantes de la academia, un número sensiblemente inferior al de otras ocasiones, motivado por las restricciones de las autoridades para frenar los casos de coronavirus ya que el proceso de grabación del programa se llevó a cabo en los peores meses de la pandemia.
Finalmente, Talita, Aroa, Nuria, Martina, Dafne, Maxime, Amelie, Charlotte, Juliette, Héctor, Mia Joy y las dos más pequeñas, Tess y Ángela, de apenas ocho años, dejaron con la boca abierta al público y al jurado compuesto por Miguel Ángel Muñoz, Lola Índigo y Rafa Méndez. Su número inspirado en la película y el musical Beetlejuice con una coreografía sobre la canción That Beautiful Sound que incluía claqué y acrobacias, dejó un magnífico sabor de boca a la audiencia.
Según explicó ayer por la mañana Davinia Van Praag a Periódico de Ibiza y Formentera la posibilidad de participar en este programa got talent surgió de la productora de The Dancer. Fueron ellos los que se pusieron directamente en contacto con la academia ibicenca en el mes de diciembre del año pasado después del éxito que han tenido en otros programas de televisión como por ejemplo Got Talent.
Después, fue la propia promotora del centro la que seleccionó a los participantes mediante una pequeña audición y grabaron un vídeo que mandaron al programa en el mes de enero. Gustó tanto que fueron seleccionadas para participar en la siguiente ronda de audiciones en el que ya presentaron su visión de Beetlejuice. «Cuando nos pusimos a pensar qué escoger teníamos claro que no queríamos que fuera algo triste si no algo divertido, alegre y que diera ganas de vivir después de unos meses tan duros, y rápidamente nos dimos cuenta que la película y el musical eran ideales», explicó ayer Davinia a este periódico.
Aquella ronda de audiciones fue en en febrero con el problema añadido de haber tenido que ensayar en Ibiza en unas condiciones muy precarias. «Era un momento de coronavirus muy complicado, teníamos la academia cerrada y cuando por fin pudimos abrir teníamos que ensayar en grupos de seis comunicadas a traves de zoom mediante una pantalla».
Sin embargo, la ilusión de las jóvenes bailarinas pudo con todo. «Cuando se tienen ganas de disfrutar del baile y de la música y eres joven no hay barreras que te puedan detener y finalmente, poder participar en un programa tan importante como este ha sido un premio y también un soplo de ilusión y aire fresco después de tantos meses malos y complicados que han tenido que vivir», concluyó Van Praag.