La vida de Rosenda puede sufrir un cambio radical si culmina el plan que desde hace algún tiempo ronda por la cabeza de esta catalana, afincada en la isla desde hace 23 años.
Esta vecina del Port de Sant Miquel asegura que vivir en esta «idílica» zona de Ibiza le resulta una auténtica «pesadilla». La falta de transporte público o el temor a que una emergencia médica no pueda ser atendida durante el invierno por la ausencia de una ambulancia, son las máximas preocupaciones de esta mujer que lamenta que la situación no cambie, a pesar del paso del tiempo y del aumento de la población.
«Tengo el pensamiento de marcharme porque, con mis años, me da miedo quedarme aquí», lamenta. Rosenda vive desde hace 18 años en una casa situada cerca del puerto miqueler, un lugar donde reside durante todo el año «mucha gente mayor».
«Yo me iría a Vila, cerca del hospital. Aquí nos dejan desde el 1 de noviembre incomunicados. No hay ni un minibús. Comprendo que un autobús grande no se llenaría, pero podrían poner un minibús pequeño, como los que conectan Sant Mateu o Santa Agnès», explica también.
Para ella, es además «insostenible» la atención sanitaria que se brinda a los residentes en esta zona del Port de Sant Miquel. De hecho, destaca que no disponen de un médico de guardia puesto que los servicios de urgencias que les corresponden son los del Centro de Salud de Santa Eulària, a unos 20 kilómetros.
Su otra opción es desplazarse hasta el hospital Can Misses, en Ibiza. Algo similar les sucede cuando deben acudir a una farmacia y la de guardia también está en una localidad tan alejada como Santa Eulària. «Clama al cielo. En Sant Joan ha abierto un ambulatorio, pero llega el viernes por la tarde y no abre hasta el lunes», añade.
Su denuncia va dirigida hacia quienes tienen la responsabilidad de procurar que el norte de Ibiza esté debidamente atendido porque «somos muchos los afectados que sufrimos esta situación de abandono». «Es triste sentirte como un ciudadano de tercera», insiste.
Por lo menos, hace tres años los vecinos lograron que Correos hiciera sus repartos por la zona del puerto: «No hablo de un centro comercial o de un cine. Estoy hablando de unos derechos mínimos para los ciudadanos. Este verano tuve un susto y tardé media hora en llegar a Can Misses. Si es un infarto o una hemorragia, no lo cuentas».
Con esta denuncia pública Rosenda pretende hacerse oír y dar a conocer la situación que comparten muchos de los residentes en este lugar. «Está muy bien vivir del turismo y potenciar las zonas que reciben a nuestros visitantes, pero es de vergüenza que cuando acaba la temporada, al Port de Sant Miquel se le baje la persiana y los residentes quedemos relegados a un completo ostracismo», critica en una carta remitida a medios locales.
Ante los elevados precios de la vivienda en los principales núcleos urbanos de la isla, la población en este puerto ha aumentado de manera considerable en los últimos años. «Lo más importante es que haya un médico de guardia o una farmacia», reitera. La catalana recuerda además que todavía conduce, «aunque algún día no podré y el destierro será total».
El alcalde de Sant Joan, Toni Marí Carraca, comparte la petición de Rosenda González de que una ambulancia atienda permanentemente el norte de la isla. «Todo nuestro apoyo a esta petición», manifiesta el edil, quien ha reclamado para su municipio en incontables ocasiones este servicio sanitario para todo el año.
«En el ayuntamiento estamos batallando para tener el mayor número de servicios posibles y de la máxima calidad, aunque debemos ser conscientes de dónde estamos», reconoce el alcalde de Sant Joan.
Mejores conexiones de bus
Lo que sí podría cambiar bien pronto es la falta de transporte público. El conseller responsable de esta materia, Javier Torres, avanza que, con la nueva concesión a punto de aprobarse de manera definitiva, dos líneas de autobús conectarán el Port de Sant Miquel con otras zonas de Ibiza.
La P8 será una línea de playa que conectará Es Canar, Santa Eulària, Santa Gertrudis, Sant Miquel y su puerto durante el verano. Además, la A9 funcionará durante todo el año y conectará Vila y el Port de Sant Miquel con expediciones en horas punta.
«Esta es la solución que tenemos y que ya habíamos incorporado en el proyecto de líneas del nuevo contrato, pero desafortunadamente en estos momentos no tenemos margen para realizar cambios porque las concesiones están prorrogadas, los contratos comenzaron a caducar en 2012 y la última prórroga se llevó a cabo en 2018.
Ahora mismo tenemos muy poco margen de maniobra, pero lo tendremos con el nuevo contrato que solucionará la reclamación de estos vecinos». Joan Tur, presidente de la asociación de vecinos Anàrem a Sant Miquel, reconoce que recientemente han analizado con el alcalde el estado de zonas como el puerto miqueler, aunque se han centrado más en asuntos relacionados con la limpieza o con el estado de determinadas lugares del municipio.