Pasaban cuatro minutos de las doce del mediodía cuando Vicente Ribas Prats se convertía este sábado en el nuevo obispo de Ibiza y Formentera, en una de las celebraciones eclesiásticas más emotivas vividas en las Pitiusas en los últimos años.
Después de conocerse su elección el pasado mes de octubre, una comisión constituida para la ocasión comenzó a trabajar sin descanso en todos los preparativos. Ante la certeza de que muchas personas querían acudir al acto, la ceremonia de ordenación tuvo lugar en el Recinto Ferial, reconvertido en un espacio religioso que presidía la imagen de la patrona de Ibiza, Nuestra Señora de las Nieves, trasladada expresamente desde la Catedral para la celebración episcopal.
A las 10.40 horas, y con puntualidad vaticana, Ribas hizo su entrada en el recinto precedido por una nutrida representación de la agrupación folklórica de Es Broll de Santa Eulària, así como por los obreros parroquiales de distintas localidades de la isla. Tras llegar al altar y después de un momento de oración, el nuevo obispo -todavía por ordenar- volvió a retirarse para completar su preparación.
[Las mejores imágenes de la ordenación de Vicente Ribas Prats como nuevo obispo de Ibiza y Formentera.]
Quienes le conocen bien aseguraban este sábado que el nuevo prelado se sentía reconfortado al verse acompañado por tantas personas -más de 2.000- procedentes de cada rincón de las Pitiusas.
El Nuncio de Su Santidad en España, monseñor Bernardito Auza, presidió la ordenación del prelado ibicenco. Sobre el altar también, el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares; el de Barcelona, y presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, y los cuatro predecesores de Ribas en el cargo: Manuel Ureña, Javier Salinas, Agustín Cortés y Vicente Juan.
Hasta cien sacerdotes llegados desde distintas diócesis acompañaron al prelado ibicenco durante su ordenación.
Un diácono fue el encargado de leer la Bula del Papa con la que se nombraba a Ribas nuevo obispo de las Pitiusas. La promesa del elegido, el canto de las letanías de los santos o la imposición de manos, completaron la ceremonia eclesiástica adornada por los maravillosos cánticos de varios coros parroquiales bajo la dirección de Jordi Martí.
Durante la parte conocida como la Unción de la cabeza, la emoción volvió a evidenciarse en los ojos de Ribas. El Nuncio le entregó después el anillo episcopal, la mitra y el báculo, elementos que le acompañarán durante su mandato.
La madre y la hermana del nuevo obispo encargaron a un orfebre de la isla la elaboración del anillo. La mitra fue un regalo de los sacerdotes y el báculo, de los condiscípulos. La cruz pectoral de oro que lució este sábado Ribas era una cruz de payesa, con 200 años de antigüedad, regalo de una familia de la isla.
Por otra parte, varios copones utilizados durante la consagración eran obra del ceramista ibicenco Toniet y serán repartidos a modo de recordatorio por distintas parroquias de la isla.
Labor del predecesor
Entre otras cosas, el Nuncio del Papa, en su homilía, quiso destacar la labor de Vicente Juan Segura, predecesor de Ribas en el cargo, y señaló que, desde ahora, su misión es «la de transmitir fielmente lo que la Iglesia ha recibido del Señor».
«El Santo Padre nos envía a un pastor», destacó también el Nuncio. Auza señaló además que el ministerio episcopal es una tarea que ha de realizarse con colaboradores como los presbíteros y reconoció que también hay sufrimientos inherentes a la tarea episcopal.
«La esencia del Adviento es vigilar atentamente y activamente. El obispo es el vigilante. No duerme mirando el bien del pueblo santo confiado a él. El obispo sabe bien y su puesto es ese servicio a cada uno», manifestó el Nuncio en su homilía.
Concluida la ceremonia de ordenación, y con Vicente Ribas convertido en obispo, comenzó la liturgia de la Eucaristía presidida ya por el ibicenco. Un larguísimo aplauso de todos los asistentes sirvió de preámbulo a su intervención.
Desde el principio, Ribas dejó bien claro que su lema episcopal es Vivo et vivam pro Ecclesia, una máxima del beato Francisco Palau que significa «vivo y viviré por la Iglesia».
Según reconoció, con este lema «me identifico, me defino y con estas palabras quiero expresar lo que es y será mi ministerio y referirme a mi presente como obispo de la diócesis de Ibiza y Formentera y a mi futuro».
También destacó que ellos son los llamados a continuar con la obra misionera iniciada por Jesús y resaltó la convocatoria«especial» realizada por el Papa con el Sínodo de los Obispos: «Juntos significa que pastores y fieles, obispos o laicos, somos uno: el pueblo santo de Dios».
En su primera homilía como obispo, Vicente Ribas aseguró que los frutos del Sínodo abrirán «nuevos modos de vivir» y agradeció al Santo Padre por haberse fijado en su persona que es «una vasija de barro».
Ribas recordó que hacía más de 60 años que en las Pitiusas no había un obispo ibicenco y repasó la labor de sus predecesores, relatando cómo el obispo Teodoro Úbeda asistió a las familias de las víctimas del accidente aéreo de Sa Talaia que hace 50 años se cobró la vida de más de 100 personas.
Sobre Manuel Ureña, reconoció que, durante su mandato, fue cuando sintió la llamada: «Aún recuerdo su ordenación episcopal en la plaza de la Catedral y que yo vi de cerca por ser integrante del grupo folklórico que bailó en ella. Quién nos iba a decir que con el paso de los años asistiría a mi ordenación episcopal. Aquel joven que dudaba de su vocación porque no se creía con fuerzas suficientes y al que usted animó a seguir adelante, le sucede en esta diócesis». Emocionado, Ribas destacó la «fidelidad» de Ureña a la Iglesia y al Papa.
En relación a Javier Salinas, el obispo resaltó de él su «simpatía y alegría de espíritu, esa alegría que ha sabido conservar en cualquier circunstancia».
«Qué importante es en la vida de un sacerdote la familia y los amigos», dijo también. Incluso, agradeció la labor de las monjas contemplativas de Ibiza: «Todos los ibicencos sabemos que cuando tenemos alguna inquietud y queremos que recen por lo que nos preocupa acudimos a ses monges tancades. Gracias por vuestra entrega silenciosa».
Para finalizar, el obispo afirmó que «todos los fieles cristianos debemos proclamar la buena noticia en cualquier lugar y circunstancia a través del testimonio de nuestras vidas». También consideró necesario un «nuevo impulso apostólico», encomendándose a la Virgen de las Nieves para que «nos ayude a caminar».
Otro sentido aplauso para el nuevo prelado cerró prácticamente la ceremonia. Antes, monseñor Vicente Ribas quiso bendecir a todos los asistentes, recibiendo las felicitaciones de quienes le acompañaron en su ordenación. Mientras, sonaba el himno a Santa María, patrona de las Pitiusas.
Este domingo por la mañana a las diez y media, el nuevo obispo presidirá su primera misa en la Catedral de Ibiza.